La XXI edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrada en la ciudad de Mayagüez, Puerto Rico (2010), contó con la ausencia de Cuba, uno de los países considerados potencia deportiva en la región.
Se trató de la segunda ausencia en ocho años de la mayor de las Antillas y la tercera en total, pues ya había ocurrido en Caracas 1959 y San Salvador 2002.
Los cubanos comunicaron tempranamente su decisión por no disponer de garantías de trato semejantes al resto de las delegaciones por parte de Estados Unidos, cuyas leyes rigen en la ínsula caribeña, “Estado Libre Asociado”, pese a su voluntad de asistir, y la denodada intermediación de las autoridades del deporte para favorecerla, sobre todo el Comité Organizador, aseguró el ya fallecido periodista Enrique Montesinos.
No obstante la inasistencia de la nación más ganadora de estas lides, del 15 al 31 de julio se reportaron cifras récord de atletas (cuatro mil 877), deportes (39) y pruebas (491).
Señala Montesinos en su libro Los Juegos Regionales Más Antiguos, que en esta versión boricua no faltaron dopados, los que se conocieron al final de los Juegos, pues las muestras se procesaron en Montreal, Canadá, y llegaron a 13 casos; en tanto México vio su botín dorado afectado en algunas de sus disciplinas por esa causa, como el nado sincronizado, en el cual perdieron seis de los ocho títulos alcanzados.
Sin dudas, el hecho de que Cuba no participara en esta justa amplió la posibilidad de repartir medallas, por lo que la delegación mexicana escaló a lo más alto de la tabla de posiciones por países con 127 metales áureos, escoltada por Venezuela (116) y Colombia (104), en ese orden.
En esta versión, pese a la gran cantidad de atletas, la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (Odecabe) validó los eventos con solo cuatro países participantes, en lugar de los cinco permitidos; y en el polo acuático femenino autorizó a solo tres, tras fallar Trinidad y Tobago, refiere Montesinos.
Igualmente, la autoridad regional del fútbol no aprobó los escenarios competitivos y ese deporte solo pudo efectuar los enfrentamientos entre las damas gracias a que Venezuela decidió realizarlos en Mérida.
Lo más notable de Cartagena de Indias fueron los patinadores colombianos, quienes reeditaron los 20 cetros logrados en la edición precedente, en la misma cantidad de posibilidades; así como también el desempeño del arquero Jorge Jiménez, de El Salvador, arribante a 26 preseas en todas sus participaciones, solo superado por el colombiano Bernardo Tobar (29).
Por su parte, los arqueros mexicanos Juan Serrano y Aida Román fueron laureados "rey" y "reina" de los Juegos, al agenciarse ocho coronas cada uno; mientras que el boricua Enrique “Kike” Figueroa se tituló por sexta vez consecutiva- desde 1986- en la modalidad de Hobbie Cat 16 de vela, hazaña sin precedentes.
También destacaron los venezolanos Albert Subirats, con cinco doradas, dos plateadas y un bronce en natación; y la ciclista Daniela Larreal, dueña de cuatro coronas en la pista y récord incluido en los 500 metros contrarreloj (35.70 segundos).
Colectivamente, los locales se coronaron en el baloncesto- en ambos sexos-, el polo acuático femenino y el voleibol varonil; mientras que República Dominicana se tituló en el balonmano- masculino y femenino- el béisbol y el voleibol para damas, con su tercera corona consecutiva.
Asimismo, Venezuela descolló en el fútbol (f), softbol (ambos sexos) y el voleibol de playa (m); México lo hizo en hockey sobre césped (m) y el voleibol de playa (f), y Colombia, en polo acuático (m); y Trinidad y Tobago, en hockey sobre césped (f).