A Camilo Mendoza Caballero no le preocupa mucho perfeccionar sus habilidades para la lectura o la escritura, a él lo mantiene desvelado el compromiso con el surco o lo que es lo mismo, producir más alimentos para beneficio del pueblo.
En su finca La Nueva Esperanza, perteneciente a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Renato Guitart, de Camagüey, hay poco tiempo para el descanso, ahora menos, que la campaña de frío le exige cumplir con la siembra de tomate, ají y yuca.
Con orgullo refiere Mendoza Caballero que “La Nueva Esperanza”, ubicada en el llamado anillo verde de la ciudad, fue de las primeras convertidas en escuelas para contribuir a la formación de los estudiantes universitarios de las carreras agropecuarias en temas como la preparación de las tierras, los periodos para los cultivos de las diferentes plantaciones y las cosechas, además de transmitirles toda la experiencia que durante 23 años ha acumulado y que a su juicio puede ser de gran utilidad a los futuros trabajadores del campo.
Camilo fue de los primeros productores camagüeyanos que inició la práctica de los policultivos y actualmente tiene cuatro hectáreas de tierra y un bosque de árboles maderables y frutales.
En ese espacio, dijo, destacan a la vista más de 70 variedades de frutas, algunas exóticas como el dátil, considerada una fuente importante de fibra, rica en hierro, potasio, calcio y magnesio.
También refiere que en su vivero de tecnología cuenta con plantaciones de guayaba, aguacate y mango, entre otros cultivos, cuyo destino principal es el consumo social y los mercados de la provincia.
Durante varios años, comenta, hemos realizado trabajos de investigación, por ejemplo, con el Parque Botánico, el Instituto de Suelos y el Centro de Sanidad Vegetal, entre otros organismos vinculados al sector de la Agricultura, que han permitido perfeccionar técnicas y lograr mejores rendimientos en la producción.
En tiempos de limitaciones económicas y materiales, el hombre de campo asegura que no necesita de muchos recursos para su labor cotidiana, para él son suficientes los implementos rudimentarios y su buey Lucero, con el que desde hace ocho años comparte la voluntad de entregarse a la tierra y obtener de ella los mejores frutos.