JORGE WEJEBE COBO
283
02 Febrero 2024
Foto: Archivo

El presidente demócrata John F. Kennedy firmó hace 62 años, el 3 de febrero de 1962, la Orden Ejecutiva 3447 que legalizó el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, y con el que pensaba erróneamente quebrar la resistencia de la Revolución.

   Tal medida, que se haría efectiva días después, desempolvó una vieja Ley de Comercio con el Enemigo del año 1917, promulgada contra el antiguo imperio alemán y sus aliados durante la entrada de EE.UU. en la Primera Guerra Mundial.

   Ese curso de acción fue sugerido por el ultraderechista Lester D. Mallory, Vicesecretario de Estado durante la administración de Dwight D. Eisenhower, quien aconsejaba privar a Cuba “de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”, propósitos que se mantienen inalterables hasta nuestros días.

   Kennedy no era un completo desconocedor de la Isla, pues en sus inicios como joven senador por Massachusetts en diciembre de 1957 conoció la mayor de las Antillas, como invitado de la mafia a disfrutar de los excesos de la vida nocturna habanera en la más lujosa suite del Hotel Comodoro, donde vivió días de juergas junto a las beldades facilitadas por sus anfitriones, según recoge  T. J. English en su libro Nocturno de La Habana.

   Al parecer esos desenfrenos no le impidieron ser crítico con la política de su país de apoyo a la dictadura batistiana, sobre la que expresó:

   "Quizás el más desastroso de nuestros errores fue la decisión de encumbrar y darle respaldo a una de las dictaduras más sangrientas y represivas de la larga historia de la represión latinoamericana. Fulgencio Batista asesinó a 20 mil cubanos en siete años, una proporción de la población de Cuba mayor que la de los norteamericanos que murieron en las dos grandes guerras mundiales…", según citan Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales Domínguez en la obra J. F. Kennedy y la diplomacia secreta con Cuba.

   Con estos antecedentes, entonces no eran infundados los vaticinios de círculos liberales en la política norteña de que con tal presidente la Casa Blanca renovara la política de Washington; no solo sobre la ínsula sino también en el liderazgo mundial.

   Al respecto el líder revolucionario Fidel Castro expresó, según recoge el libro Conversaciones con Ignacio Ramonet: "Quizás, después de Roosevelt, fue una de las personalidades más brillantes de Estados Unidos. Cometió errores: dio luz verde a la invasión por Playa Girón en 1961, pero esa operación no fue preparada por él, sino por el gobierno anterior de Eisenhower y Nixon. Él no fue capaz de frenarla a tiempo (…) si Kennedy hubiese sobrevivido es posible que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos hubiesen mejorado”.

   Pero la  humillación que representó para el mandatario la derrota de Playa Girón y la propia presión de los sectores más reaccionarios, lo llevaron a involucrarse erradamente en repetir un nuevo plan agresivo contra Cuba, pero esta vez dirigido personalmente por él y su hermano Robert, entonces Fiscal General, denominado Operación Mangosta, organizada a finales de 1961 y que incluía el establecimiento del mencionado bloqueo económico, comercial y financiero.

   Esa estrategia  incluyó planes de asesinatos contra Fidel y otros líderes cubanos, operaciones encubiertas de terrorismo, subversivas, de espionaje, mediáticas, de aislamiento diplomático que finalmente deberían concluir en una invasión directa de La Unión a finales de 1962, bajo el concilio de la CIA y el Pentágono, con la que el huésped de la Casa Blanca quería sacarse la espina de la derrota de la invasión a Bahía de Cochinos.

   Después del fracaso de los planes para derrocar la Revolución, contemplados en la Operación Mangosta y la conclusión de la Crisis de Octubre de ese año, que hizo imposible llevar adelante la agresión directa del imperialismo a la Isla, el mandatario intentó cambiar la política errada de agresiones y de bloqueo.

   El día del magnicidio de Dallas, el 22 de noviembre de 1963, precisamente Fidel estaba reunido con el periodista francés, Jean Daniel, amigo de Kennedy, que le había traído un mensaje de este para establecer un diálogo que se frustró con su muerte.

   Un cambio en la política contra Cuba era inadmisible para la extrema derecha del poder estadounidense, la CIA y la mafia cubanoamericana, principales sospechosos del asesinato del presidente quienes lo consideraban un traidor y que hasta nuestros días son los impulsores del bloqueo económico, comercial y financiero, mantenido inalterable a 62 años de la firma de la Orden Ejecutiva 3447. (Jorge Wejebe Cobo, ACN).