Los ciclones han sido aceptados por los cubanos como visitantes peligrosos pero, en alguna medida, bien recibidos en el sentido de que pueden traer aparejadas abundantes lluvias, beneficiosas para la agricultura y otros planes de la economía.
Esos fenómenos meteorológicos pueden ser predecibles, lo que permite adoptar medidas para evitar pérdidas humanas y materiales, ya que contamos con expertos y tecnología de avanzada para conocer de antemano cuál puede ser su trayectoria a su paso por Cuba.
En el caso de un posible terremoto muchos creen que hay que esperar su paso, e incluso, solo reconocen al Oriente del país como única área a la cual puede afectar, cuando lo correcto es aprender a prepararnos en todo el territorio nacional.
El suroriente resulta el área más activa por su proximidad al límite de las placas de Norteamérica y El Caribe, pero Cuba entera puede temblar, y se han registrado sismos fuertes, o sea, de magnitud superior a seis en la escala de Richter, por ejemplo en San Cristóbal, Pinar del Río (1880) y en Remedio-Caibarién, Villa Clara (1939).
A diferencia de como sucede con los ciclones, en el mundo no hay un método efectivo para predecir cuándo y dónde ocurrirá un sismo, aunque varios indicios alerten a los especialistas, quienes contactan de inmediato en Cuba con los órganos de la Defensa Civil para adoptar medidas.
Se sabe que la tierra necesita de estos fenómenos de la naturaleza para liberar energía acumulada, por tanto son inevitables y recurrentes.
El modo en que se prepara el hombre para minimizar peligros y vulnerabilidades, marca la diferencia, de ahí que puede haber un terremoto de magnitudes similares en la escala de Richter en diferentes lugares, que no reporte igual cantidad de pérdidas humanas y materiales.
La previsión de construcciones antisísmicas y el entrenamiento de las personas constituyen un asunto clave, como lo demuestran experiencias de países frecuentemente afectados por los seísmos como Chile o Japón, donde se ha creado una cultura ciudadana, desde el hogar hasta la escuela, en la cual se imparten materias al respecto.
Muchas edificaciones estales y particulares se emprenden hoy en Cuba que debieran corresponderse con la norma para construcciones sismo-resistentes, las cuales están en fase de actualización para facilitar a los especialistas realizar cálculos específicos para cada municipio.
Una importante herramienta para el uso de los proyectistas y arquitectos de la comunidad como es la norma, no debiera violarse con la falsa idea de ahorrar un poco de material de construcción, criterios estéticos u otros que podrían resultar literalmente asunto de vida o muerte para los seres humanos.
Construir en terrenos inapropiados, hacer débiles cimientos y columnas, agregar pesos como balcones y tanques a los edificios son, en cambio, violaciones que las autoridades se empeñan en evitar, si bien es preciso mayor rigor, partiendo de elevar la conciencia de los ciudadanos.
Este asunto es de vital importancia en la provincia de Santiago de Cuba, especialmente sensible a esos fenómenos y con muchas construcciones iniciadas, en lo fundamental para resarcir los daños de los embates del devastador huracán Sandy, en octubre de 2012.
El Ejercicio Meteoro 2016, del 14 al 15 de mayo, será una nueva ocasión para intercambiar al respecto en centros estudiantiles, laborales y comunidades, por la efectividad de acciones como esta, demostrada durante la situación sísmica anómala vivida en el suroriente de Cuba, del 17 al 26 de enero pasado.
Se trata de continuar creando capacidades para recibir las fuertes e impredecibles sacudidas que da la tierra, y de aprender a convivir con terremotos, sismos o seísmos, teniendo como máxima estar siempre muy alertas y bien preparados.
Gretchen Gómez González
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06 Mayo 2016
06 Mayo 2016
hace 9 años