Resulta muy difícil desmarcar el entorno político social de los más elementales derechos humanos, pero es más complejo aun cuando el tema forma parte del arsenal de armas utilizadas por los poderosos contra los gobiernos progresistas que no bailan al son de la marimba impuesta desde sus raseros.
A lo largo de las últimas cinco décadas, Cuba ha sido uno de los blancos preferidos por ellos, porque la luz que emana de su ejemplo pone en peligro la filosofía de dominación.
También, por el temor a que otros pueblos del continente continúen sus derroteros y decidan andar sin el tutelaje imperialista tomados de la mano.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), en su afán de promover la Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común de todos los pueblos y países proclamó en 1950, el 10 de diciembre como Día de los Derechos Humanos.
Por mucho que indagué, no encontré una sola referencia a Cuba antes de 1959 por la masacre, tortura y asesinato de decenas de miles de cubanos, que enfrentaron en esa etapa al inconstitucional gobierno del dictador Fulgencio Batista.
Tampoco hallé un solo pronunciamiento por los crímenes perpetrados contra los jóvenes atacantes al Cuartel Moncada, ni contra los que después desembarcaron en costas cubanas desde el yate Granma.
Era como si la Mayor de las Antillas estuviera borrada del mapa político mundial; como si no existiera.
Cuba sale a la palestra pública bajo la batuta directiva de Estados Unidos que orquestó, desde los mismos inicios del triunfo revolucionario de 1959, un concierto agresor con la complicidad de buena parte de los gobiernos de la región.
No obstante, aunque la pequeña Isla se convirtió en noticia, tampoco aparecieron por esa fecha en las declaraciones de la ONU pronunciamientos por los actos terroristas contra ella, protagonizados desde el norte o bajo su auspicio.
Cuando a finales de 1993 la Asamblea General de la ONU estableció el mandato del Alto Comisionado para la promoción y protección de todos los derechos humanos, el tema se renovó, pero con él también cobró fuerza la política del doble rasero para medirlo y condenar a los violadores.
La Declaración y Programa de Acción de Viena, aprobada por la Conferencia Mundial, devino punto de inflexión, pero no podía resolver el verdadero problema de los derechos humanos porque eso solo dependía de la voluntad política de los gobernantes.
Sin embargo, a pesar de diversas campañas propagandísticas occidentales en su contra, Cuba mantiene un sólido prestigio mundial con relación al asunto, y es hoy una de las naciones que más hecho y hace por la defensa de los derechos humanos.
Desde su propia Carta Magna aprobada en 1976, se recoge el principio martiano de que la ley primera de la República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
En tal sentido la Mayor de las Antillas estuvo entre los pocos países en cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por la inmensa mayoría de los miembros de la ONU, entre ellos, la erradicación de la pobreza extrema y el hambre –en medio de un
demencial bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.
Hoy por sus calles no hay niños obligados a deambular o “luchar” unos centavos para paliar la miseria porque todos tienen garantizada la enseñanza gratuita, ni burdeles en los cuales muchas mujeres, sin otra posibilidad de sustento, tengan vender su cuerpo.
Cuba promovió desde los mismos inicios del triunfo revolucionario la igualdad de género, tal y como estipuló después la Declaración y Programa de acción de Viena, y defendió el empoderamiento de la mujer porque sin ella, como una vez dijera Fidel, la obra de la Revolución no sería perfecta.
¿Qué decir de los índices de salud alcanzados, de los notables éxitos del programa materno infantil y de la reducción hasta cifra récord de la mortalidad infantil?
¿Cómo olvidar que la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual Cuba firmó el 26 de enero de 1990, poco tiempo después de adoptada, se proponía metas cumplidas por la isla desde mucho antes y garantizadas sobre bases jurídicas sólidas?
Es cierto, no todo es perfecto, escasean algunos productos y las limitaciones económicas golpean a la población pero, contrario a lo que puedan pensar “expertos” y detractores, es mayoritario el apoyo de los cubanos a su proyecto social.
Quienes vociferan desde posiciones mercenarias, acusan a Cuba de violar los derechos humanos y culpan a su gobierno de las penurias y limitaciones, pretenden ignorar el reclamo unánime del mundo a que cese el bloqueo impuesto por Estados Unidos, un acto de guerra en tiempo de paz que atenta contra esos derechos y que ha causado enormes pérdidas humanas, materiales y económicas.
La Mayor de las Antillas festejará este 10 de diciembre los logros en la materia, aun en medio del enorme dolor causado por la desaparición física de una de las personas que más hizo por esos derechos humanos: el líder de la Revolución cubana, Fidel.
Enrique Valdés Machín
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09 Diciembre 2016
09 Diciembre 2016
hace 8 años