Por Marta Gómez Ferrals | Fotos: Marcelino Vázquez Hernández (Archivo ACN)
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18 Agosto 2024
18 Agosto 2024
hace 3 meses
Un lugar legendario y con no pocos enigmas todavía latentes y hasta fascinantes, resultó siempre para los capitalinos y los visitantes la llamada popularmente Finca de los Monos, donde funciona desde hace algunos años lo que algunos han descrito como Palacio Tecnológico y así lo identifican oficialmente, centro también dedicado al esparcimiento, la educación y la cultura, especialmente de niños y jóvenes.
Sucesos acaecidos hace poco tiempo y no relacionados con el objetivo cultural con que se había mantenido y remozado tan hermoso sitio de la capital a propósito del aniversario 500 de La Habana, lo trajeron a la palestra pública, sobre todo en las redes sociales.
Sirvan estas líneas de recordatorio de los valores por los cuales nos debe interesar este afamado lugar histórico, también lleno de ciencia y mitos, pues de esos elementos tan interesantes tiene sus tintes más genuinos.
La leyenda de la filántropa Rosalía González Abreu (1862-1930) y su misteriosa Finca de los Monos sigue presidiendo el entorno del actual Palacio Tecnológico, instalado hace relativamente poco tiempo en la otrora residencia de esta dama cubana, donde ella vivió a principios del siglo XX acompañada por la reserva de monos cautivos más grande el mundo.
Al inaugurarse, la propiedad se llamaba Las Delicias –nombre verdadero de su paradisíaco emporio- pero pronto se hizo famosa como Finca de los Monos no sin cierto aire burlón, en tanto a su excéntrica dueña la consideraban “rarita” y era centro de murmuraciones.
Obviando anécdotas sobre comidillas de salón, diremos que también era una época en la cual, cuando menos, se miraba de reojo a las mujeres de avanzada que no cumplían a pie juntillas el papel dado a ellas por el pensamiento patriarcal imperante.
Además fue muy real que prestigiosas personalidades de la ciencia de entonces, entre ellas el profesor de la Universidad estadounidense de Yale Robert Yerkes, supieron ver la gran valía del esfuerzo de Rosalía en el estudio antropológico y protección de los animales, especialmente los primates que tanto amaba.
Hizo más que eso la acaudalada señora, descendiente de una prestigiosa familia villaclareña, patriota como su hermana Marta, la amada benemérita de la ciudad de Santa Clara.
Rosalía corrió con los gastos de la edificación y dotación de la escuela técnico industrial para mujeres, en Boyeros, que todavía la recuerda con su nombre, y convirtió una mansión que poseía en París en cobija para estudiantes de su país matriculados en La Sorbona, bajo el nombre tal vez no oficial de Casa Cuba.
Igualmente respaldó la solución de problemas sociales dando contribución material a escuelas, hospitales y asilos para pobres. Se cuenta que tras la muerte en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo, junto a su hermana Marta donó 100 mil pesos a la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York, destinados a la campaña por la independencia.
Ironías de la vida, a Rosalía Paula Caridad, su apelativo de pila más íntimo, se le recuerda más como la transgresora irreverente de la Finca de los Monos, situada en Santa Catalina y Palatino.
Allí, donde tenía su hermosa residencia que recuerda a un castillo, fundó el primer zoológico que se conociera en La Habana, con una asombrosa colección de animales que incluía no solo monos sino también orangutanes y chimpancés. Vivieron junto a ella más de 200 primates de 40 especies, y otros animales como papagayos, loros, pavos reales, un oso pardo y un tigre, traídos desde varios países.
Rosalía era una dama de la aristocracia, muy cubana, patriota y con un corazón inmenso, como el de su famosa hermana. Ambas eran mujeres muy por delante de su tiempo.
En 1915 el original zoológico tuvo el logro científico de conseguir el primer nacimiento de un bebé chimpancé en el mundo.
El profesor Yerkes, voz autorizada en la materia, afirmó en 1924 que Rosalía Abreu había realizado el "experimento antropológico más grande jamás realizado".
Rescatada en sus valores arquitectónicos esenciales y convertida en Palacio Tecnológico, la legendaria Finca de los Monos ubicada en el capitalino municipio Cerro, promueve hoy proyectos educacionales, culturales y recreativos.