Historias del playoff: la fe de Pedro Jesús y Elidia

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ACN - Cuba
Boris Luis Cabrera | Fotos: del autor
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31 Mayo 2025

Ciego de Ávila, Cuba, 31 may (ACN) Las calles de Ciego de Ávila no conocen hoy la calma. Desde temprano, la ciudad se mueve y el sol calienta, pero no más que las ansias que hierven en los corazones de quienes saben que esta tarde el José Ramón Cepero será un volcán desbordado.

   Doce mil almas latirán al compás de una final inédita, una guerra a siete actos entre los Tigres locales y los Leñadores de Las Tunas, los dos colosos de esta III Liga Élite del Béisbol Cubano.

   Pedro Jesús, con su gorra deshilachada y una vieja bandera que lo ha acompañado desde 2012, camina lentamente frente al estadio, como quien visita un templo sagrado. 

   Lo ha visto todo: las derrotas más dolorosas y las coronaciones gloriosas con Roger Machado al mando. Esta mañana, mientras repasa mentalmente la alineación y sujeta la radio pegada al pecho, siente que el pasado vuelve a rozarle los dedos.

   Sabe que cada rugido de la grada lo acercará a aquellos años de gloria, cuando la ciudad entera se pintaba de fiesta y los títulos caían como mangos maduros en los patios de Vista Alegre.

   Pero sabe que al frente está un rival que no conoce el miedo. Las Tunas, convertida en "Pesadilla Oriental" desde que rompió la maldición de 40 años sin títulos en 2019, llega con la frente en alto y el pecho hinchado de historia reciente. 

   Elidia, fanática incondicional de los Leñadores, no puede estar en el Cepero este día, pero ha colgado la bandera verde en su balcón, la misma que agitó en cada título tunero, la que ha abrazado entre lágrimas tantas veces.

  Su cabeza está aquí, a varios kilómetros de distancia, imaginando el primer turno al bate, la mirada del abridor César García, el empuje de su gente. Ha oído las dudas sobre la defensa y el pitcheo, pero también ha visto cómo esos mismos jugadores vuelven una y otra vez del abismo y convierten cada partido en epopeya.

   Ciego llega con los números en orden: fueron líderes en la clasificatoria, derrotaron en semifinales a los históricos Industriales, tienen al zurdo Ariel Zerquera —siete victorias en la etapa regular— listo para abrir fuego. 

   Batean con criterio, defienden con precisión, lanzan con temple. Pero Las Tunas viene con dinamita: 57 carreras anotadas en seis juegos ante Santiago de Cuba, promedio ofensivo de .338, músculo y desparpajo.

   Esta final es algo más que béisbol. Es un choque de estilos, de filosofías y hasta de geografías. En Ciego, todo parece milimétrico, técnico, sobrio. En Las Tunas, el juego es corazón, impulso, caos controlado. 

   Hoy comienza una serie que no se juega solo entre líneas de cal, sino en la psiquis colectiva de dos provincias. Pedro, con su radio apretada como talismán, sueña con revivir viejas gestas. Elidia, de lejos, se aferra a la idea de que no hay fórmula para detener al campeón.

   Jamás se han enfrentado en una final, pero sus duelos anteriores en playoffs inclinan la balanza hacia los Leñadores. Eso pesa, duele, alimenta.

   El estadio, inaugurado hace más de 60 años, jamás vibrará como este sábado. Porque se trata del orgullo de un pueblo entero contenido en nueve entradas, se trata de rugir o ser talado, de dejar el alma o ver al rival tocar la gloria.

   Y así, mientras el sol se levanta y los altavoces retumban, comenzará la serie que  Pedro Jesús y Elidia querían, la que nadie olvidará. El primer golpe será esta tarde, pero la guerra apenas empieza.