Mariano es para Delvys Fernández un desafío constante

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ACN - Cuba
ACN
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07 Septiembre 2025

La Habana, 7 sep  (ACN) Mariano es un personaje de la telenovela cubana Regreso al corazón que tiene una personalidad retorcida, calculadora y manipuladora, dijo el actor Delvys Fernández a Juventud Rebelde.

 Todos los televidentes lo ven como extremadamente oscuro, pero a mí me encantan este tipo de personajes; me gusta estudiarlos, declaró al diario

Delvys nació en Santa Clara, aunque sus primeros recuerdos están ligados a pequeños pueblos de Cienfuegos, expresó en la entrevista

 «Pasé parte de mi niñez en un pueblo llamado Arimao, y también viví en La Sierrita, porque mi familia paterna es de esa zona. Mi infancia fue un tanto gitana», recuerda.

 Sin embargo, fue Remedios, la tierra de su madre, el lugar que lo marcó para siempre y donde se adentró en una adolescencia que definiría su camino.

«Remedios es un lugar que amo, aunque no lo visito con frecuencia. Lo añoro y siempre estoy pendiente de lo que ocurre. Mi vida, mi juventud, están allí, y me siento orgulloso de que muchas personas me reconozcan como remediano», confiesa.

De esa misma raíz proviene, además, su identidad parrandera, pues declara con orgullo: «Soy sansarí de pura cepa. Amo mi barrio y me siento muy orgulloso de él. Desde lejos, igualmente, se vive esa pasión que nos une en la parranda».

El vínculo con el arte llegó casi por casualidad. Delvys asegura que nunca se imaginó en la actuación: «Desde muy chico siempre fui “muy prestado”, como digo yo. Nunca vi el arte como una vocación, jamás me imaginé que iba a ser actor. Pero en la escuela siempre estaba dispuesto a disfrazarme, participar en actos o aprender un poema».

Ese carácter abierto lo llevó a acercarse al teatro, gracias a una novia aficionada de la Casa de Cultura de Remedios y, sobre todo, al impulso de su instructor, Juan Carlos Gallego.

De hecho, el primer paso lo dio casi sin darse cuenta: «Un día Gallego me propuso: ¿Por qué no actúas con nosotros en una obra? y me coló en el espectáculo. Después me dijo: Oye, tú tienes vocación para esto, deberías tomártelo en serio». 

Poco después se presentó a las pruebas de la Escuela Nacional de Arte en La Habana, alentado por aquel maestro que creyó en él.

«Lo curioso es que, aunque muchos no lo crean, la primera obra de teatro profesional que vi en mi vida fue en la escuela de arte. Realmente caí en esto casi de fly», revela entre risas.

El teatro para niños lo amo y lo amaré siempre. El público infantil es muy sincero; cuando no le gusta una puesta en escena, sencillamente se levanta y se va. refiere. 

Disfruté muchísimo mi etapa en el teatro, y estoy abierto a volver a hacerlo. Cuando uno hace teatro para niños también se convierte un poco en niño: deja volar la imaginación y, sobre el escenario, vuelve a sentir que tiene esa edad en la que los sueños y las ilusiones son mágicos.

—Mis inicios en la televisión fueron, curiosamente, como conductor. Hice un casting para el Canal Educativo, que en aquel momento estaba buscando presentadores para sus programas, las conocidas teleclases, y así comenzaron mis primeros pasos frente a las cámaras. Como cualquier joven, tenía la ilusión de llegar algún día a hacer algo más, y poco a poco se me fueron abriendo las puertas.

«Mi entrada en los dramatizados de la televisión fue gracias al ya fallecido Miguel Sosa, un director a quien agradezco infinitamente. No solo me ayudó a mí, además lo hizo con muchos otros jóvenes, porque tenía esa magia de tender la mano y dar oportunidades.

 Lo más bonito es que yo no hice casting: él me vio en las teleclases del Canal Educativo, me llamó a la Casa Productora, y así llegó mi primer personaje: Alberto, en Los tres Villalobos.

«Fue una experiencia única, porque todavía existía el género de aventuras en televisión y uno se imaginaba cómo sería, pero nada se comparaba con estar allí, en los grandes sets, donde se recreaban pueblos completos con maquetas. Para mí fue inolvidable: incluso cuando no tenía que estar en escena permanecía mirando, aprendiendo, absorbiendo todo, relata.

«Tuve la suerte de ver de cerca a grandes actores que hoy considero referentes. Los vi creando personajes, 
disfrutando del oficio y, sobre todo, enseñándome con su ejemplo lo que significaba estar en ese medio. Así comenzó mi historia en la televisión, una experiencia muy bonita de la que luego surgirían muchos personajes más».

—Creo que entre Loysis Inclán, Eduardo Eimil y yo hicimos en Regreso al corazón un trabajo arduo, incluyendo a Linda Soriano, porque queríamos mostrar una familia. Queríamos que, a pesar de todo, Mariano fuera un padre de familia: evidentemente, hace cosas incorrectas, pero sigue siendo parte de una familia unida, como muchas que existen en la vida real.

«Intentamos humanizarlo, mostrar que no existe el ser humano perfecto. Como digo yo, no solo está el blanco y el negro, sino también el gris. Eso hizo que Mariano cobrara aún más vida, porque vemos a una persona que se equivoca, que es retorcida, que tiene todos los defectos que los televidentes pueden percibir, pero que, a su manera, ama a su familia».

—El reto precisamente era hacerlo público, llevarlo a todas las casas de Cuba, mostrarlo a todas las personas. Mariano, evidentemente, es un hombre que manipula a su esposa. A la vez mostramos a Letizia, una mujer con carencias afectivas y falta de apego, que encuentra en Mariano, de alguna manera, su bandera.

«Ha sido un fenómeno interesante, porque me han escrito numerosas personas en las redes sociales. Muchos hombres no saben lo que están haciendo, pero a través de la televisión se ven reflejados en este tipo de personajes. A veces, quienes están inmersos en estos problemas no encuentran la salida o no saben por qué actúan de determinada manera.

«Creo que, de alguna forma, Regreso al corazón está mostrando a la familia cubana y este tipo de sociedad que, en muchos aspectos, no está acorde con los tiempos que vivimos. La novela permite visibilizar estas dinámicas y generar reflexión sobre ellas». Opina Delvys Fernández.