La pasión por los vinos de un joven catador guantanamero

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ACN - Cuba
Dianelis Díaz Bueno
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09 Marzo 2025

Guantánamo, 9 mar (ACN) En los días del recién concluido XXXII Festival Nacional de Vinos Artesanales en esta ciudad, entre copas de cristal y el murmullo de más de 10 catadores expertos, se encontraba Oscar Alejandro Chivás Frómeta, quien con solo 18 años destacaba por ser el más joven de todos.

   Refirió a la Agencia Cubana de Noticias que es hijo de un vinicultor, Oscar Chivás, productor artesanal de la bodega El Chivo, en el Consejo Popular San Justo, en el este de la cabecera municipal de Guantánamo, y que su padre convirtió un hobby en un oficio premiado a nivel nacional y en una pasión familiar.

   Él elabora vinos semidulces de cereza, uva, tamarindo, jenjibre y yo era su crítico más joven, probaba cada lote, detectaba errores, desbalances y mientras tanto agudizaba mis sentidos, recuerda Chivás Frómeta, cuyos señalamientos de infante evolucionaron hasta convertirlo en catador provincial.

   Hace tres años, el Club de Vinicultores Villa Guaso descubrió su talento, allí pulió sus habilidades, lo cual le valió invitaciones a concursos provinciales y, finalmente, su debut nacional este 2025, donde evaluó vinos presentados de forma anónima junto a expertos mucho mayores; sus puntuaciones, alineadas con las de los profesionales, confirmaron su destreza.

  No me salí de la media, fui preciso, comentó con modestia, aunque sus resultados hablaron por sí solos: precisión técnica y paladar afinado.

  Sigo parámetros aprendidos, observo transparencia, color, brillo, "patas" al girar la copa que revelan si el vino es joven o añejo, pero confío en mis sentidos para captar aromas florales, cítricos, o incluso humedad en recipientes contaminados, y más detalles que suman puntos en la ficha de cata, explica.

   Entre sus vinos preferidos están los espumosos por su sabor semidulce agradable, el cual requiere de una segunda fermentación en botella y exige control milimétrico de temperatura y describe cómo la espuma que surge del centro denota calidad, mientras que en los tintos admira su profundidad visual y en el vermut, su complejidad aromática. 

   Por el contrario, aunque su padre destaca con vinos de jenjibre y los considera afrodisíacos y energéticos, confiesa que no le gusta catar ese tipo, le plantea un desafío, puesto que su picor entumece el paladar, sin embargo lo evalúa como cualquier otro: con objetividad, como muestra de su ética profesional incluso ante lo incómodo.

    Su juventud, lejos de ser un obstáculo, es una ventaja, con los sentidos más agudos detecta matices que otros pasan por alto, pone el ejemplo de la visión, la cual le permite apreciar si el vino está turbio, así como todos los parámetros mencionados.

   Oscar asegura que es bien recibido a pesar de su  edad, porque lo que importa es hacer el trabajo bien, no los años que llevas en el proceso; en el club -con una década de existencia- su juventud no es un tema polémico, sino una curiosidad bienvenida.

   En Villa Guaso encontró su tribu, allí es donde está su lugar porque todos hablan el mismo lenguaje, se siente parte de algo trascendente, y gracias a los conocimientos que le aportan, domina elementos clave en la fermentacióne, incluso el control de la higiene, y con tono didáctico detalla los peligros del proceso de elaboración.

   Cuando el líquido entra en contacto con el oxígeno, se produce ácido acético, vinagre, o peor, se convierte en alcohol de madera, que es tóxico, por lo tanto es crucial evitar ese error porque puede dañar la salud humana, además la más mínima bacteria también puede arruinar el lote por lo que es necesario asumir las medidas higiénico sanitarias durante la elaboración, subraya.

  Esa sapiencia la espera perfeccionar con su nueva carrera de Medicina en la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo, a la que ingresará después de culminar el Servicio Militar General, que asume como no apto para las Fuerzas Armadas Revolucionarias, por problemas de salud.

   Sé que será un reto, puesto que es una carrera que exige mucho esfuerzo y dedicación, pero no abandonaré la cata porque cuando algo me apasiona siempre encuentro el tiempo, todo está en priorizar y no perder el enfoque, afirma.

   Es consciente de la poca educación sobre elaboración y conservación del vino en el país, ya que no existen cursos formales, y ve la necesidad de crear más talleres, difundir la cultura a las nuevas generaciones, incorporarlas a este vasto mundo.

   Aspira a participar nuevamente como catador en la XXXIII Edición del Festival Nacional de Vinos Artesanales que se realizará en 2025 en La Habana, para aprender otros estilos, comparar técnicas y ampliar sus horizontes, esos que serán escenarios de su crecimiento futuro, como el buen vino, mientras más añejo, mejor.