Nueva Gerona, 12 ago (ACN) A 58 años de aquella jornada inaugural, sigue viva en la memoria colectiva la promesa del máximo líder de la Revolución: convertir a la entonces Isla de Pinos —devastada por el huracán Alma en 1966— en un enclave renovado, símbolo del esfuerzo juvenil y del impulso transformador del proyecto revolucionario.
Desde el podio, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016) habló a los movilizados con la convicción de quien no solo inauguraba una obra, sino también una era.
Cuentan aquellos jóvenes que su tono fue a la vez reflexivo y desafiante, reconoció que el nombre “Isla de la Juventud” aún no se justificaba plenamente, pero lo planteó como una meta colectiva a cumplir.
No era una crítica, sino un llamado a la acción: convertir este territorio en laboratorio de sueños, donde la juventud cubana pudiera forjar el futuro del país.
Como era habitual, Fidel combinó datos técnicos con reflexiones filosóficas, habló del crecimiento demográfico mundial, del reto de alimentar a miles de millones de seres humanos, y de cómo solo una revolución verdadera podía enfrentar ese desafío.
Sus palabras fueron una clase magistral de política, ciencia y ética revolucionaria.
Ese 12 de agosto de 1967, el discurso de Fidel Castro trascendió la mera inauguración de la presa Vietnam Heroico, fue el punto de partida de la voluntad hidráulica en el territorio, un hito técnico en el aprovechamiento de los recursos naturales, y un llamado directo a la juventud cubana, políticamente comprometida con el desarrollo del municipio.
El contexto internacional influyó decisivamente en la elección del nombre del embalse, en plena guerra de resistencia del pueblo vietnamita (1955–1975), Cuba reafirmó su vocación solidaria e internacionalista, vinculando su propio proceso de transformación con las luchas emancipadoras de los pueblos del llamado Tercer Mundo.
Aquel día de agosto —víspera del cumpleaños 41 del Comandante en Jefe— marcó un punto de inflexión, con la inauguración de la presa, también se sembró una idea.
La entonces Isla de Pinos, rebautizada en 1978 como Isla de la Juventud, quedó consagrada como espacio de utopías concretas, donde el esfuerzo colectivo y la confianza en el futuro se convirtieron en motor de cambio.