Yaineris Ávila Santos | Fotos: Cortesía del grupo Parabajitos
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18 Agosto 2023

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Mientras Yanet Guerra Martínez habla de sus más de 15 años al lado de Yojandry (Pachi) Naranjo su voz trasluce un nerviosismo que ni el más complejo de los proyectos personales o laborales ha logrado provocarle nunca.

Él, en cambio, uno de los más reconocidos actores y directores de la escena en Sancti Spíritus, la nombra con una devoción y un respeto que asombran.

Somos súper felices, tenemos una familia feliz, dice ella y basta mirarles a los ojos para corroborar la afirmación, no fue una emoción o la juventud, ni ha sido solo el teatro, es el amor lo que nos ha traído hasta aquí.

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Cuando Yanet conoció a Pachi, en enero de 2008, durante una fiesta familiar, él era profesor de una escuela de arte del territorio y ella, una estudiante del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas cuyo padre se opuso al noviazgo al principio, pues sabía que entre los dos había cierta química.

Desde entonces, todos los días son primeros de enero, aseveró a la Agencia Cubana de Noticias quien con el tiempo se ha convertido en compañera de vida y en la mano derecha del galardonado con el Premio Provincial de Teatro Hugo Hernández.

Hemos pasado por momentos muy difíciles, pero la relación se sustenta en una base sólida y el teatro forma parte de ese disfrute, explicó Pachi al tiempo que la risa cómplice lo delata, la medalla es para ella que ha sabido soportar y encauzar mis resabios durante tantos años.

Yo he llegado adonde estoy como artista y director de Parabajitos porque Yanet ha estado a mi lado y, aunque mucha gente ve el resultado en el orden individual, ella es mi disco duro, significó mientras el agradecimiento se apodera del diálogo.

Pese a que es graduada de Ingeniería Industrial, esta joven cuyos rizos, constancia y pasión cautivaron a Yojandry desde el primer día ha acompañado siempre los proyectos de su esposo, incluso, cuando lo que ahora es una de las agrupaciones más consolidadas de las artes escénicas era solo una idea.

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Hasta que se oficializó Parabajitos, nos presentábamos en cualquier escenario con los recursos de sus integrantes, íbamos de un sitio a otro sin dejar de crear, fue un sacrificio que en la actualidad podemos decir que valió la pena y el teatro, sin dudas, me atrapó, me condujo hasta lo que soy hoy, afirmó la productora y asistente de dirección.

Con el paso del tiempo, dos hijos en común y otra de un matrimonio anterior de Pachi fortalecieron a la familia toda, la de lazos sanguíneos y la que han logrado formar en Parabajitos.

Desde muy pequeños, los niños nos acompañan en cada montaje y puesta en escena, en los viajes a las comunidades montañosas, en las cruzadas teatrales, aclaró Guerra Martínez, y si hay que hacer de payasos, son los primeros en ponerse un traje, les gusta y se sienten bien haciéndolo.

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Durante los meses más complejos de la COVID-19, cuando la propagación del virus obligó al más estricto de los aislamientos, Yanet y Pachi –con la ayuda de sus hijos- improvisaban en las tardes, desde el balcón de un edificio, verdaderos espectáculos de participación que aún se recuerdan.

Y es esa vocación permanente por el arte la que los llevó a Corazón martiano, obra preciosista, compleja, que a través de tres cuentos de La Edad de Oro hurga en las esencias del ser humano; y es, acaso, ese amor incondicional de Yanet y Pachi lo que aún hoy, 15 años después, los mantiene tan unidos como aquel primero de enero.

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