Intento resumir en una palabra una vida: intensa, transparente, hermosa, creadora… Es difícil. Entonces intento con una palabra describir una actitud, un comportamiento: dignidad, hidalguía, liderazgo, pasión, compromiso, lealtad, optimismo, fe, resistencia, humanismo, coraje…
Trato de hacer mi retrato de Fidel o más bien una especie de "collage", y me impaciento porque quiero que sea digno de su estatura de gigante de este y de todos los tiempos.
Alguien me dijo que después del asalto al Moncada nunca más descansó, siempre anduvo agitado, de batalla en batalla. Y esta puede ser una de mis fotografías. La del hombre al lado del deber, el que apeló a las palabras del Apóstol cuando en el juicio del Moncada pintó lo que sería la Cuba nueva a la cual aspiraba.
" A los que me llaman por esto soñador, acotó entonces Fidel, les digo como Martí: El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ese es el único hombre práctico cuyo sueño de hoy será la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las entrañas universales y visto hervir los pueblos, llameantes y ensangrentados, en la artesa de los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber’’.
Y el deber, el optimismo y la fe en el triunfo se fundieron con una cuota de coraje para superar el revés de la acción del 26 de Julio, la muerte de sus compañeros queridos; la odisea de la expedición del Granma: primero la batalla contra el mar embravecido, contra tupidos manglares y grandes pantanos y después la dispersión y al final el reencuentro. Unos pocos compañeros y otros pocos fusiles pero una sentencia para la historia: ¡Ahora sí ganamos la guerra!
La ganó, cumpliendo aquel vaticinio en México, poco antes de partir hacia la victoria: ''Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo''.
Entonces empezó la resistencia. La esencial y permanente contra el Imperio. Ya tengo otra foto: la del líder al frente de la Caravana de la Victoria y años después tirándose de un tanque de guerra en las arenas de Playa Girón, conduciendo a su pueblo a la primera derrota del imperialismo yanqui en América.
¿Cómo reflejarlo construyendo, desde entonces, un mundo mejor para Cuba? Será muy complicado, se pueden hacer muchas fotografías: entregando las tierras a los campesinos, nacionalizando las industrias, garantizando empleos, convirtiendo los cuarteles en escuelas, construyendo hospitales, emancipando a la mujer, haciendo realidad los sueños de los niños, llevando a su pueblo de la sombra hacia la luz, con infinito amor y ternura.Y para el mundo, cómo fotografiar al símbolo de la Revolución Latinoamericana, al hombre de las misiones humanistas y solidarias, al que pidió a sus hermanos que lucharan para liquidar el oprobioso apartheid en África o socorrieran un país en situación de desastre. El Contingente médico Henry Reeve es parte de su historia y sus miembros bien merecen otra de mis imágenes.
Locuaz y excelente orador, no puede faltar la foto del brillante estadista denunciando, en múltiples escenarios internacionales, que la deuda externa contraída por las naciones latinoamericanas con instituciones financieras norteamericanas era una hipoteca eterna, impagable e incobrable, o impulsando mecanismos de integración y cooperación como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
Preocupado por la supervivencia del planeta, denunció la responsabilidad de los países industrializados del Norte por el saqueo de los recursos del Tercer Mundo, llamó a salvar la tierra y sentenció: desaparezca el hambre y no el hombre.
Es muy difícil lograr un retrato completo de este hombre de talla mayor, del amigo de todos los cubanos y del mundo, del hombre que nunca se rindió, que nunca levantó bandera blanca . Pero tengo que terminarlo y lo hago con una foto de Fidel y mi despedida: ¡Hasta siempre, Comandante!
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