Maestros Voluntarios en la historia

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ACN - Cuba
Martha Gómez Ferrals | Foto: Archivo
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03 Mayo 2025

    A 65 años de su fundación el movimiento nacional de Maestros Voluntarios el 3 de mayo de 1960, Cuba recuerda y admira aquellas filas de jóvenes, principalmente, que respondieron sí al llamamiento de Fidel y marcharon a los campos a impartir sus conocimientos y a colaborar en la vida de los humildes.

   Desde fines del enero triunfante de 1959 el líder histórico de la Revolución cubana preparó las condiciones del cercano surgimiento de esa entidad al hacer un convite a profesionales como maestros, médicos, ingenieros y abogados a no solo llevar a la campiña sus saberes para impartir la escolarización, sino también les pedía aportar con el caudal de sus oficios.

   Se funda, además, el Departamento de Asistencia Técnica Material y Cultural al Campesinado (DATMCC), devenido después en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (Inra).

   Nació enseguida una obra sin precedentes que en términos de educación pretendía cambiar de forma radical la situación imperante en el país.

   En 1959, también se decretó la Reforma Integral de la Enseñanza, en aras de no dejar en letra muerta el Programa del Moncada, expuesto por Fidel en su histórico alegato de defensa La historia me absolverá.

   Comenzaron a construirse escuelas en las campiñas cubanas, pero ya en 1960 se apreciaba que el esfuerzo realizado todavía no cubría todas las necesidades.

   En una población de más de seis millones de personas, había un millón de analfabetos, incluidos adultos de los sectores menos favorecidos. En la enseñanza primaria había unos 600 mil niñas y niños sin escuelas y unos 10 mil maestros no encontraban empleo. Las enseñanzas media y universitaria eran exclusivas de pueblos y ciudades importantes.

   El 22 de abril de 1960, Fidel llamó a la juventud a cubrir las plazas de maestros rurales, en un discurso pronunciado por la televisión. El dirigente pidió el paso al frente a unos mil jóvenes.

   Casi inmediatamente se logró concentrar el primer contingente integrado por unos mil 400 que se formarían como Maestros Voluntarios en un centro de preparación, creado en un antiguo campamento rebelde en Minas del Frío, Sierra Maestra.

   Partieron de La Habana aquellos bisoños, cuyas edades promediaban de 16 a 17 años.

   Eran muchachas y muchachos de ciudad, algunos estudiantes con la primera etapa de la enseñanza media vencida, graduados de escuelas normalistas o de comercio.

   En varios ciclos de preparación sumaron más de cuatro mil los Maestros Voluntarios. Entre los primeros graduados estaba Conrado Benítez, asesinado el 5 de enero de 1961, en la Sierra del Escambray, cuando ya ejercía en una humilde escuelita levantada con sus propias manos, luego de tres meses de estudios en Minas del Frío.

   Pocos días después del crimen, su nombre fue tomado como bandera por la Campaña Nacional de Alfabetización, que acontecería ese año en toda Cuba, con la participación de 100 mil representantes de las nuevas generaciones.

   Entre los Maestros Voluntarios hubo otras dos muertes: la de Alfredo Gómez, arrastrado por la crecida de un río cuando brindaba ayuda para el cruce de unas compañeras. El campamento donde radicaba en la zona de Los Cocos, cerca de Minas, llevó su apelativo. El otro fallecimiento, el de Carlos Dickinson, ocurrió a causa de una grave obstrucción intestinal.

   Los primeros Maestros Voluntarios comenzaron a trabajar en los lugares más recónditos y pobres de las serranías cubanas, a partir del 29 de julio de 1960, se aprobó un presupuesto mucho mayor para el sector educacional que en diciembre permitiría fundar 10 mil aulas en los campos y lugares remotos de la geografía cubana.

   Además de las instrucciones y conocimientos básicos recibidos de forma urgente, en los centros de preparación, diseminados por varios campamentos cercanos al central de Minas del Frío, en la serranía, se les entrenaba físicamente para la vida en las montañas. Entre los requisitos estaba subir en dos ocasiones el Pico Turquino, la elevación más alta del país, con mil 974 metros de altura.

   Volver a la historia de Cuba para hablar de la impronta hermosa de los Maestros Voluntarios no solo enaltece a la juventud, su principal hacedora, sino también a la obra de la Revolución que empezó a cumplir sus objetivos sin parar desde los albores.