Los fantasmas del teatro Sauto

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ACN - Cuba
Mando Arreola | Foto: Tomada de Granma
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13 Abril 2025

  Aún resuenan los ecos del piano de Ernesto Lecuona o los agudos de Rita Montaner, mientras Sara Bernhart deleita con un monólogo y Ana Pavlova, con sus saltos, hace crujir el entarimado del teatro Sauto, en Matanzas, unos 100 kilómetros al este de La Habana.

   De esas impresiones está rellena esa instalación cultural de más de 160 años, porque tales figuras y otras más harían interminable la lista de los que brillaron con luz propia durante sus presentaciones en ese sitio.

   Llamada con razón la Atenas de Cuba, en esa provincia hubo un movimiento artístico muy fuerte y avanzado a lo largo del siglo XIX que dio como resultado la construcción del “Sauto”.

   Famoso por su acústica, fastuosidad y buen gusto, por su escenario desfilaron las más importantes figuras de diversas manifestaciones culturales cubanas.

   Su inauguración tuvo lugar en abril de 1863 y de inmediato lo incorporaron a los nueve coliseos de mayor relevancia en Cuba, gran parte de los cuales, por supuesto, se hallaban en La Habana.

   Las obras comenzaron en 1860 y su diseño corrió a cargo del arquitecto italiano Daniel D’Aglio, quien tomó como modelo un estilo muy cercano a la Scala de Milán.

   Lo designaron con diversos nombres, primero teatro Esteban, en honor a Pedro Esteban Arranz, gobernador del territorio en aquella época; luego, Colón, por razones obvias; Martí, por iguales consideraciones, para por último denominarlo como lo conocemos hoy.

   En este caso para honrar a Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, un doctor en farmacia amante de las artes, vecino del lugar y uno de los que con mayor cantidad de recursos contribuyó a la edificación.

   Todavía se conserva la tradición de utilizar una campanilla para dar inicio a la función. Y es que Don Ambrosio acostumbraba desde el palco presidencial blandir ese instrumento para anunciar a los presentes que se colocaran en sus puestos, pues iban a comenzar las actuaciones.

   La costumbre se mantiene, a manera de un llamamiento a los entretenidos para que guarden silencio, ocupen sus lunetas y se dispongan a disfrutar del espectáculo.

    También se conoció como teatro de La Vigía, en tanto se levantó sobre una pequeña plaza de igual apelativo, donde confluyen las márgenes de los ríos San Juan y Yumurí, hoy encrucijada de varias calles matanceras y por las cuales pasan buena parte de sus habitantes.

    Ingresar al teatro traslada al visitante a siglo y medio atrás, con un lunetario similar al del origen y, además, porque la decoración, los balcones, pasillos, reservados y la zona de la claque se conservan en muy buen estado.

   Es así que en una visita personalizada quizás se perciba la presencia del poeta José Jacinto Milanés, del músico José White, de la actriz Sara Bernhart, la bailarina Ana Pavlova, del pianista Ernesto Lecuona, de la cantante Rita Montaner o del bailaor Antonio Gades, quienes forman parte de la historia de la instalación.

   Asimismo los seguidores del tablero escaqueado podrían admirar la concentración y las jugadas del genio de José Raúl Capablanca, único campeón mundial cubano de ajedrez, quien durante una visita ofreció una muestra de sus valores en una partida de exhibición.

    El “Sauto” es hoy centro obligado de la cultura matancera, al acoger el Proyecto Danza Espiral y un Concurso Nacional de Coreografía e Interpretación, único en el país, al cual llaman Danzan-Dos.

    De igual manera funge como subsede permanente de los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana, de Guitarra, Boleros de Oro y Música Contemporánea, y cada año el Ballet Nacional de Cuba ofrece temporadas, al igual que la Ópera Nacional para aprovechar la inigualable acústica y condiciones.

   Los visitantes que escogen Varadero, la más famosa de las playas cubanas, solo requieren de 30 minutos en automóvil para llegar a su sede y presenciar allí las bondades de un teatro que tanto por su calidad como por su historia resulta una joya.