Las enseñanzas de Horacio

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Julio Juan Leandro| Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez/ACN
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17 Junio 2016

El fundador del Instituto Nacional de Reforma Agraria en 1959, Horacio Fernando Hernández Cuesta, con 85 años de edad y siete de jubilado continúa trabajando en su oficina de la Agricultura en Ciego de Ávila, donde conversó con la Agencia Cubana de Noticias (ACN). 17 de junio de 2016. ACN FOTO/Osvaldo GUTIÉRREZ GÓMEZ

Afirma que es matancero, avileño y santiaguero, y muy querido no solo en esas provincias, sino también en el resto de Cuba y hasta en África.

En su oficina de la Agricultura en Ciego de Ávila, la ACN conversó con Horacio Fernando Hernández Cuesta, quien acumula 85 años de edad y, por su energía, parece tener 50, a pesar de que lleva casi siete décadas trabajando.

Desde hace más de dos decenios es el encargado de acopiar alimentos del agro en la Tierra de la Piña y enviarlos a la Ciudad Heroica del oriente cubano.

Fundador del Instituto Nacional de Reforma Agraria en 1959, fue jefe de cooperativas en Holguín e interventor de la United Fruit Sugar Company, las granjas cañeras y ganadería.

Años después lo designaron subdelegado para atender los cultivos varios, el sector campesino y Frutas Selectas en Matanzas, cuando ya era técnico en Agronomía.

Encabezó, además, una  comisión de la Agricultura para su desarrollo en el territorio de Granma y otros planes en Pinar del Río y el norte de Holguín, al mismo tiempo que atendía una inversión cubano-nicaragüense.

Expresa que nunca olvidará que de 1989 a 1991 lo designaron al frente de un contingente internacionalista de mil 500 cubanos para apoyar la rama agropecuaria en Etiopía, y al regresar de esa misión le dieron otra responsabilidad.

El encargo resultó, agrega, que el Ministro de la Agricultura de entonces me nombró a la cabeza del programa de desarrollo para la producción y traslado de viandas de Ciego de Ávila para Santiago de Cuba, labor que sigo realizando con personal de esa provincia.

Cuando Horacio cumplió los 80 años de edad recibió el Premio por la Obra de la Vida, el cual lo dedicó a sus tres hijos, seis nietos y una bisnieta, que viven en la ciudad matancera de Colón.

Hace siete años que me jubilé y sigo laborando, pues lo único que a veces me afecta es cuando la presión arterial me sube un poquito, pero la tengo bien controlada y me siento fuerte y animoso, manifiesta este hombre, cuyos estímulos y diplomas llenan un maletín.

Posee una veintena de distinciones, sellos, diplomas, medallas y otros estímulos, entre los cuales figuran la Marcos Martí, Antero Regalado, Servicio Distinguido de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Vanguardia Nacional y Trabajador Internacionalista.

Visitó Francia y México en acciones laborales, viajó como estímulo a la otrora Unión Soviética y Bulgaria, y cumplió tareas en Canadá, Nicaragua y Etiopía.

Le pregunto cuántas toneladas de alimentos del agro ha enviado a Santiago de Cuba desde 1991 y me dice: “Decenas de miles, pero son más las que faltan, ya que cada acción de este tipo es una enseñanza”.