Recién cumplidos los 24 años, José Antonio Echeverría, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), arribó a tierra mexicana en agosto de 1956 y se entrevistó con Fidel Castro, líder del Movimiento 26 de julio, para coordinar esfuerzos en la lucha común contra la dictadura de Fulgencio Batista.
El acuerdo se reflejó en la Carta de México y el cumplimiento de sus compromisos ocuparía los últimos ocho meses de vida del dirigente estudiantil quien, a pesar de su aspecto jovial, ya había demostrado su valor en la lucha clandestina contra la dictadura y había combatido, con las armas en la mano, en Costa Rica en 1955, cuando fue invadida por el ejército del tirano nicaragüense Augusto Somoza.
De regresó a la Patria, José Antonio Echeverría se dedicó a llevar adelante la Tesis del Directorio Revolucionario, organización creada desde la FEU para las acciones insurreccionales, de golpear a las máximas instancias del gobierno dictatorial al atacar el Palacio Presidencial, pretender ajusticiar al tirano y conducir una sublevación popular para la toma del poder si triunfaba en sus propósitos.
El plan consistió en dos acciones simultáneas: el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, esta última dirigida por José Antonio con la misión de leer una alocución explicando los objetivos del ataque, divulgar la noticia de que había sido ejecutado el dictador y llamar a la lucha.
Alrededor de 35 hombres, encabezados por Faure Chomón y Carlos Gutiérrez Menoyo, salieron desde una casa de seguridad en las calles 21 y 24, en El Vedado, en un camión cerrado, junto a dos automóviles, hacia Palacio.
Al llegar, Gutiérrez Menoyo descendió del carro y con su ametralladora fulminó a las postas y entró al inmueble junto a Luis Almeida, Pepe Castellanos, Luis Goicoechea y José Wangüemert, la mayoría de los cuales cayeron en la acción.
En pocos minutos estaban ya en el despacho del dictador Fulgencio Batista, quien escapó por una puerta secreta del inmueble hacia la azotea, desde donde la guarnición hizo blanco fácil sobre los atacantes y Carlos Gutiérrez y varios de sus compañeros resultaron muertos.
La situación se volvió comprometida para los revolucionarios al no contar con el grupo de refuerzo, que nunca apareció, y ante la orden de retirada dada por José Machado, los sobrevivientes solo pudieron escapar bajo una lluvia de proyectiles y escabullirse en las calles aledañas.
Mientras, en el otro extremo de la ciudad José Antonio Echeverría, pistola en mano -junto a su grupo- tomaron Radio Reloj: entraron en la cabina de transmisión, desde donde el líder estudiantil conminó al locutor a leer las informaciones que anunciaban el asalto al Palacio Presidencial y la presunta sublevación de militares opuestos al régimen.
De inmediato, el propio presidente de la FEU dio a conocer la histórica proclama que fue cortada en sus inicios, aunque logró decir lo principal: “Pueblo de Cuba… En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista.(…).”.
Al cumplir esta parte, Echeverría abordó su auto para dirigirse a la Universidad, pero tuvo un encuentro con un patrullero, y se estableció un intercambio de disparos, como consecuencia del cual cayó abatido José Antonio.
La caída del líder estudiantil fue un factor importante para que no se lograra sumar al pueblo a una de las acciones más heroicas de la lucha revolucionaria.
Ese día –relató luego Fidel-, que su guerrilla en la Sierra Maestra era de 12 hombres y conocieron sobre los acontecimientos en la capital y la muerte de de José Antonio Echeverría por una radio portátil y cómo, a pesar de la dolorosa noticia, nada podían hacer por reivindicar la pérdida de esos compañeros, dada la exigua fuerza con que contaba en esos momentos.
La victoria definitiva llegaría apenas dos años después cuando ese contingente guerrillero se multiplicó en las columnas y frentes rebeldes que combate tras combate hicieron posible el triunfo del primero de enero de 1959, en lo cual influyó, sin dudas, la estrategia unitaria de Fidel reflejada muy tempranamente con la Carta de México.
José Antonio Echeverría honró su compromiso con su propia vida y la de sus compañeros aquel 13 de marzo de 1957, tradición que continuó el Directorio Revolucionario con su columna guerrillera en el Escambray.
En 1958 suscribieron con el Comandante Ernesto Che Guevara el Pacto del Pedrero, que consolidó la unidad entre las fuerzas revolucionarias en la etapa final de la guerra.
Jorge Wejebe Cobo
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10 Marzo 2015
10 Marzo 2015
hace 10 años