Historia en las arterias de Versalles

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Yenli Lemus Dominguez
1505
23 Abril 2015
 
                                      "...Navia y Vera saben cómo la sangre saluda lejos.
                                      Versalles conoce espejos donde         repetir el plomo..."
  

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Mientras los visitantes admiran el puente coloquialmente llamado de La Concordia o la Iglesia de San Pedro en la barriada de Versalles, de la ciudad de Matanzas, un cuartel convertido en escuela patentiza la impronta revolucionaria de quienes asaltaron la fortaleza Domingo Goicuría hace 59 años.
   En tiempos de desencanto ante la lejanía del líder Fidel Castro, quien se encontraba en México; y cuando las autoridades convidaban al diálogo cívico para lograr una solución electoralista a la “situación de Cuba”, opositores al régimen de Fulgencio Batista atacaron la sede del Regimiento Plácido.
   Al mediodía del domingo posterior al cobro, el número de soldados era mínimo, y fue esa una de las razones por las cuales el grupo nucleado en torno a Reynold García y Mario Vázquez, asaltó la fortaleza el 29 de abril de 1956.
   Tomar la edificación y entregar armas al pueblo para emprender la lucha eran los objetivos del proyecto. Antes de las 12:30 pasado meridiano el primer camión de la caravana de rebeldes se dispuso a adentrarse en el perímetro defensivo del cuartel, pero chocó con el contén izquierdo de la calle, y los militares de la posta seis abrieron fuego.
   “…los asaltantes se enfrentaron a un enemigo mayor en número de efectivos y bien armado que, haciendo gala de desprecio a la dignidad humana y al honor militar, desató una masacre”, explica la historiadora Clara Emma Chávez en su libro Matanzas de rojo y negro 1952-1958.
   Uno de los primeros en morir fue Reynold, quien se encontraba en la vanguardia, otros cuatro perecieron en el enfrentamiento, pero 10 también reportados como bajas del combate fueron realmente apresados y asesinados entre ese día y la madrugada del 30, argumenta Chávez.
   Insiste Clara Emma que gracias al silencio de los vecinos no fue mayor el número de víctimas, y una treintena de hombres implicados igualmente lograron escapar en un territorio prácticamente desconocido, porque la mayoría no residía en Matanzas.  
   Solo 15 fueron sometidos a juicio, entre ellos tres políticos influyentes que no guardaron prisión, y un desertor. Ante el proceso colmado de violaciones, los patriotas decidieron que un grupo aceptaría la participación para desmentir que la acción respondía a ideales Autenticistas, y otro se declararía inocente para continuar la lucha.
  Algunos se empeñan en señalar debilidades estratégicas de la operación como la ausencia de un plan de retirada, pero cómo juzgar a quienes con valor, consideraron que ganarían o morirían; hombres que trascienden por protagonizar el primer hecho combativo contra la dictadura de Batista en Matanzas.
   Cruzar el puente de La Concordia o escuchar música coral en la Iglesia de San Pedro son alternativas tan comunes para los lugareños, como caminar sobre las arterias de Versalles, donde perecieron los asaltantes al Goicuría; pero cada 29 de abril se rompe la cotidianidad, y en simbólico asalto, son los pioneros quienes toman los salones del cuartel, con éxito indiscutible.
"...Deja ya, verso, el cobarde
elogio de mariposa.
Tienes que hacer muchas cosas;
por ejemplo: di que arde
para el laurel una tarde.
Di que la Patria se enfría,
di este cuento; el Goicuría
desde ayer tiene otros nombres.
¡Di que seremos más hombres
después de Reynold García!" (Carilda Oliver Labra, 30 abril de 1956)