La épica vuelve a ocupar el encuadre de los jóvenes realizadores en estos días, haciéndose visible en dos de las obras galardonadas en la recién concluida Muestra Joven ICAIC: Héroe de culto, de Ernesto Sánchez, y Patria blanca, de Leandro de la Rosa.
Si años atrás la nueva generación de cineastas se hallaba volcada a temas más íntimos, existe en la actualidad una tendencia, consciente o inconsciente, a resignificar la historia, volverla a contar, ya sea desde el héroe, desde un hecho determinado u otros referentes.
Héroe de culto (Premio Mejor Documental, Mejor Edición y Mejor Diseño Sonoro) llama la atención por la concreción de su estructura narrativa, que cuenta en 27 minutos y sin el uso de entrevistas, cómo se ha ido construyendo la imagen de José Martí desde su muerte hasta la actualidad.
Con énfasis en los primeros planos, planos detalles y la cámara subjetiva, el realizador nos propone un documental reflexivo sobre la representación del Apóstol, utilizando fragmentos de la prensa en diferentes épocas, y una trama paralela desarrollada en el presente en el lugar donde se fabrican bustos de Martí.
La alusión al busto resulta muy acertada para demostrar el proceso de vaciamiento de significado que muchas veces ha ocurrido en nuestra historia con los héroes. Ha sucedido con la imagen del Che, reproducida infinitas veces en camisetas, gorras, pullovers, y también con Martí, tantas ocasiones citado fuera de contexto o convertido para algunos en solo una estatua, una moneda, una estampa.
Precisamente, lo que descuida el documental es esa apropiación personal que todos hacemos de Martí, esa relación que es distinta e íntima en cada uno, y que de algún modo se percibe al inicio del material pero ya no en la trama de la actualidad.
No obstante, sus virtudes, unidas a un buen diseño de banda sonora, hacen de Héroe de culto una muestra de madurez dentro de la obra de Ernesto Sánchez, quien tras múltiples incursiones en el terreno de la asistencia de dirección, se apropia del método reflexivo para conducirnos a interiorizar sobre estas formas de apropiación simbólica.
Por otro lado, tenemos a Patria blanca (Mejor Dirección de Arte, Mejor Dirección), filme que le sirvió a Leandro de la Rosa para graduarse en la especialidad de dirección en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte.
El texto audiovisual, de poco más de 20 minutos, narra la historia de un antihéroe: Matos, muchacho de 18 años, escuálido, aficionado al teatro, que se encuentra pasando el Servicio Militar cuando enferma su abuelo y no puede recibir pase.
Leandro de la Rosa, cuyo presencia ha sido constante desde la décima edición de la Muestra, tanto en cortos de ficción como en el dibujo animado, desempeña un papel interesante como creador en Patria blanca, pues expresa en Matos, como él mismo ha dicho, lo que él quisiera ser, su sentir como generación y se convierte en un narrador implicado de forma personal con el protagonista.
Patria blanca supera a su anterior Círculos rotos en la concepción narrativa, no solo porque los espacios que visualiza están asociados a su propia existencia como realizador, sino también porque hay un ejercicio más coherente de lo que se quiere decir a través del lenguaje audiovisual, y en la armazón del relato.
La debilidad de la historia radica en la puesta en escena del momento de llegada al hogar, espacio fundamental en la estructura del relato. No hay una relación empática del personaje con el lugar, por lo cual el trabajo fotográfico y actoral quedan como algo suelto, especialmente en la secuencia de la madre y Matos.
Se revierte, además, esa epopeya hierática a la que estamos acostumbrados en la épica, aquí el héroe es el que rompe la disciplina, expandiendo el concepto de Patria a esa micronación que pueden ser la familia, la casa y nuestro entorno más inmediato.
Si antes se decía que los jóvenes realizadores cubanos eran despreocupados con su historia: Héroe de culto, Patria blanca y muchas de las más recientes historias del cine de la nueva generación, desmitifican esa realidad, siendo el audiovisual el lugar donde se están haciendo las preguntas más sugestivas sobre lo que fuimos, somos y pretendemos ser.