Florestas en las ciudades

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Marta Hernández
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29 Mayo 2016

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Santa Clara, 29 may (ACN) Las plantas de interiores figuran entre los ornamentos de las casas cubanas. Común resulta apreciar en balcones, terrazas o pasillos de las viviendas, múltiples y diversos recipientes que contienen variadas especies vegetales.
  Ello, según los estudiosos, llegó a la ínsula proveniente de España, más precisamente de Sevilla, y con el transcurso del tiempo devino costumbre que se conserva  hasta la actualidad.
  El hábito está implantado en los más disimiles hogares, no importa si el inmueble es grande, pequeño, ubicado en una zona céntrica de la ciudad, o en su periferia.
  Integrado a ese placer por hacer pequeños jardines, está el intercambio entre amigos, o simples conocidos, de las posturas, “hijos” o “  gajitos”, para incrementar la colección y lograr mayor variedad.
  El cuidado de las plantas, la belleza de los recipientes donde crecen y la distribución que tienen dentro de la morada son algunos de los aspectos de los cuales presumen los cultivadores.
  Las violetas, helechos, orquídeas, malanguitas, cactus, y begonias, figuran entre las que más abundan en los interiores de la casas, porque se adaptan con facilidad y no son muy exigentes en cuanto a la demanda de luz, humedad y temperatura.
  En la década del 90 del siglo anterior en Cuba se instauró la agricultura urbana, una manera de cultivar hortalizas, verduras y condimentos frescos en las ciudades, como paliativo a la crisis económica por la que pasaba el país.
  Poco a poco y al perfeccionarse el sistema de trabajo surgieron los diferentes programas, entre ellos el de Patios Ornamentales, que tiene como objetivo incrementar el cultivo de plantas con técnicas orgánicas.
   Para garantizar los insumos necesarios en esta labor se creó en el país una red de centros asistenciales a los cuales concurren los noveles jardineros para comprar semillas,abonos, y otros insumos. Estos también reciben asesoría de expertos ante enfermedades o plagas en los sembrados.
   El cuentapropismo, en sus diferentes variantes, coadyuva al progreso de esa labor, considerada por muchos como un entretenimiento sano;  por doquier proliferan los tejares donde se cuecen las tinas, macetas y otros recipientes para plantar las posturas.
   Muchas personas, tanto mujeres como hombres, ya retirados dedican sus días a cultivar esas especies y luego las comercializan de manera legal.
  El placer y admiración por las plantas acompañan al hombre desde tiempos remotos. Los  babilonios destacaron entre los expertos, y alcanzaron su máxima expresión con Los Jardines Colgantes del rey Nabucodonosor, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
  Su majestad creó ese lugar con diversidad de especies para su mujer, quien en el exilio añoraba las plantas de su tierra. La instalación llegó a tener árboles que crecían en recipientes de cerámica porosa.