Fidel forjó la victoria de Girón

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Jorge Wejebe Cobo| Foto Archivo
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14 Abril 2016

Fidel Castro Ruz y la Invasión por Playa Girón

La  invasión  por Playa Girón  estaba condenada al fracaso  al subestimar la CIA y la Casa Blanca  la capacidad de resistencia de la Revolución Cubana  y  de su  líder, Fidel Castro, quien  junto al pueblo  forjó la victoria mucho antes de librarse la histórica  batalla.

Los ataques del 15 de abril a los aeropuertos de Ciudad Libertad, Santiago de Cuba y  San Antonio de los Baños  no  acabaron  con la exigua fuerza aérea porque días antes se habían desconcentrado por indicación de Fidel  los aparatos en activo y se dejaron viejos equipos inservibles como señuelos, a lo cual se sumó el  efectivo  fuego antiaéreo de artilleros adolescentes.

En el entierro de las víctimas, el Comandante en Jefe declaró el carácter socialista de la Revolución,   alertó  que el ataque era un preludio de la invasión, dio la orden de movilización general, acusó a los EE.UU. de estar detrás de la agresión y se dispuso a luchar con la consigna de Patria o Muerte.

Además,  dio instrucciones al Canciller Raúl Roa para que denunciara en la ONU el ataque y Cuba  ganó el apoyo de gran parte de la humanidad  en un nivel tal que el presidente John F.Kennedy  canceló un segundo ataque contra las bases cubanas por sus escrúpulos de quedar como agresor de un territorio pequeño.

Para inicios de 1961 existían en  La Habana y en todo el país decenas de organizaciones contrarrevolucionarias y  bandas de alzados en zonas rurales, que de forma coordinada con los agresores debían intensificar sus acciones terroristas.

En las ciudades gracias a la fundación el 28 de septiembre de 1960 de los Comités de Defensa de la Revolución, los órganos de la Seguridad del Estado tuvieron una colaboración  esencial para   en pocas horas  detener  a la mayoría de los elementos desafectos durante los días de la invasión.

Las unidades de las milicias  que combatían a los alzados,  principalmente en el Escambray, recibieron órdenes de la dirección del país  de acrecentar las maniobras de cerco y de combate  a los bandidos que poco o nada  pudieron hacer para secundar los planes del desembarco.

Fueron escogidos Playa Girón y Playa Larga, en la Ciénaga de Zapata, ideales por su aislamiento y la existencia de una pista de aviación para establecer un presunto gobierno en el exilio  para  justificar la ayuda militar de La Unión y  sus aliados en la región.

Los cálculos estadounidenses erraron al no tener en cuenta el factor político y social del entorno habitado por miles de campesinos  que vivieron antes de 1959  en condiciones de gran precariedad, a expensas de las exiguas garantías de  los latifundistas dueños de la tierra, situación que había cambiado radicalmente por la obra revolucionaria en poco menos de dos años.

El propio Fidel era asiduo visitante de la zona y atendía personalmente las necesidades de sus pobladores  y   estudió  palmo a palmo la zona  sin imaginar que sería futuro teatro de operaciones militares.  Casualmente, dos días antes de la invasión, estuvo en Playa Girón y  comentó  que por allí podía esperarse  un ataque e indicó perfeccionar la vigilancia y  la protección de las costas.

Casi en tiempo real  el Líder conoció de la invasión informado por el  propio sistema de vigilancia puesto a punto por sus órdenes,  pronosticó las intenciones del enemigo  y ordenó a la aviación que priorizara en primer orden el hundimiento de los barcos mercenarios que se dirigían hacia el área de desembarco.

De esta forma fueron  al fondo del mar buques cargados con  la logística de la brigada mercenaria y  destinada a conformar la mencionada cabeza de playa con lo  que  la invasión perdió  definitivamente la iniciativa estratégica en la primera jornada de combate.

Pero también  las fuerzas revolucionarias pudieron  contar con artillería terrestre, antiaérea y tanques suficientes  para liquidar  la  incursión,  gracias a un insólito plan que permitió  en semanas tener centenares de piezas de artillerías de todo tipo y técnica militar compleja  llegadas por barco principalmente desde la URSS.

Durante los enfrentamientos, el Comandante en Jefe  impuso un ritmo de ofensiva ininterrumpido sin dar cuartel ni reposo al enemigo  y liquidando así el desembarco en el menor tiempo posible.

Todas sus órdenes las impartió desde  el Puesto de Mando del Central Australia, dando el ejemplo personal de valentía  desde la propia zona de guerra.

El día 19 de abril  Fidel organizó personalmente una columna de tanques y tropas  para la batalla final  por  Playa Girón, asumió  la dirección de un  blindado, así como las acciones en la primera línea de fuego y encabezó el ataque con el que se liquidó la invasión en menos de 72 horas para una victoria  que pasaría a la historia como la primera gran derrota del imperialismo en América Latina.