Ángel Quirós Espinosa es un biólogo marino, quien no olvidará jamás las horas que compartió con el Comandante en Jefe Fidel Castro en el proceso determinante de la construcción del pedraplén que une la Isla de Cuba con Cayo Santa María, al centro norte del país.
La mayor impresión que recibió el especialista acuático fue el respeto de Fidel hacia el conocimiento ajeno, su capacidad de saber escuchar con humildad, y establecer una discusión asentada y madura a partir de sus firmes decisiones.
Fue en la década del 90, del siglo anterior, y en Villa Clara estaba el propósito de construir ese vial, para el cual crearon un grupo multidisciplinario con arquitectos, ingenieros, especialistas en planificación física, y como geólogo marino: Quirós.
Nos explicaron que Fidel visitaría el lugar para recibir la mayor y mejor explicación posible sobre el particular, recuerda.
Explica que cuando supo que tenía que intercambiar con el Líder conocimientos sobre ecología marina, sentió temor: “Sé que
es una persona sumamente inteligente y capta las ideas con facilidad, por lo que cambia rápidamente de un tema a otro, y temí no poder transmitir bien mis saberes”.
Relata el estudioso que un día muy temprano el grupo se trasladó hasta la cayería norte de la provincia y poco después aterrizó el helicóptero en el que viajaba el Comandante en Jefe.
Recuerda como si fuera hoy, que él desde el primer momento le dijo: “quiero que me des una clase sobre ecología marina para poder defender la idea del pedraplén sin cometer errores”, posibilidad que aprovechó al máximo para exponer la mayor cantidad de ideas.
Quirós narra que el mayor problema surgió cuando le informó que el vial debía ir desde Caibarién hasta cayo Fragoso, trazado que contaba con todos los análisis pertinentes.
Desde el inicio no aceptó la propuesta y sugirió Santa María. Eso me destruyó, llevaba más de cinco años estudiando la zona, y de repente el cambio de planes me lleva al peor momento de un científico: no tener nada que aportar ante una nueva problemática, y más si delante tienes a Fidel Castro, afirma.
Un poco trémulo se lo hice saber y él comenzó a hablar de las posibilidades del desarrollo del turismo en la nación, la calidad de las playas y otros asuntos que como Jefe de Estado dominaba a la perfección y a mí me eran ajenos.
De repente da por terminada la charla y señala: "nos vemos en Santa María, allá continuamos la conversación".
A Quirós no le alcanza el tiempo para rememorar los momentos que vivió mientras navegaba desde Fragoso hasta el otro cayo, y aún no tenía ni un dato científico que aportar al diálogo que estaba a punto de tener.
Con la fluidez y elocuencia que le caracterizan, relata que al descender de la embarcación, con los pantalones remangados y los zapatos todavía en la mano, ve la figura de Fidel acercarse a la playa.
De forma muy sencilla le planteó: “El pedraplén se va a construir como yo digo: desde Santa María a tierra firme, con las peculiaridades que usted diga, así que estudie el área y luego me lo hace saber”.
Reconoce el biólogo que un nerviosismo inusual se apoderó de él. Tenía por delante un trabajo muy fuerte y debía realizarse en un mes, para que la máxima dirección del país autorizara el inicio de la colosal obra.
Prácticamente me mudé para allá, medimos todos los parámetros necesarios, estudiamos las corrientes, el trasiego de las aguas y otros elementos vitales que garantizaran el equilibrio ecológico.
Así se autorizó la carretera de 48 kilómetros con 46 viaductos, que para beneplácito de todos mereció Premio Iberoamericano Puente de Alcántara, otorgado por un jurado de la Fundación San Benito de Alcántara por la calidad de la obra, el cuidado del medio ambiente y el aporte económico para la nación.
Quirós asegura que la efectividad de la construcción aún permanece, a dos décadas de concluido, y entre los encantos que exhibe el gran vial están la apreciación a simple vista del cardumen de peces que atraviesan los arcos de los puentes y la belleza que muestran los manglares.
Marta Hernández Casas
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12 Abril 2016
12 Abril 2016
hace 9 años