Entramado urbano de Camagüey, único en Cuba

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ACN - Cuba
Mando Arreola
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09 Marzo 2025

   El entramado urbano de Camagüey otorgó a esa ciudad una característica única en comparación con las restantes seis primeras villas fundadas por el colonizador español en Cuba.

   A partir de iglesias y sus plazas se trazaron las calles de la llamada en principio Santa María del Puerto del Príncipe, pese a que su localización dista de la costa más cercana, aunque en 1514, año de su fundación, es ostensible que debió ubicarse cerca del mar.

   También, según relatan los expertos, porque para confundir y defenderse de los piratas que asolaban con frecuencia el territorio, los arquitectos de la época  complicaron de tal manera el centro urbano que hoy día en la parte más antigua resulta difícil hallar una dirección, por lo que para los visitantes resulta imprescindible recurrir a mapas o un guía especializado.

   Con valores arquitectónicos, históricos, artísticos y simbólicos, el conjunto de templos católicos presentes en esos dominios distingue de igual forma que a la zona se le conoce por sus tinajones de barro, solución que encontraron los lugareños para almacenar agua, habida cuenta de las frecuentes sequías en la localidad.

   Sus numerosas iglesias, junto con estrechas arterias, un sistema de plazas y callejones, integran un conjunto original en una urbe, que cumplió 522 años de fundada el 2 de febrero último.

   El trazado urbano fundacional lo determinó una organización religiosa, la cual fijó una estructura basada en feligresías más tarde convertidas en avecindamientos que tomaron el nombre de la iglesia correspondiente, como en la actualidad lo reflejan el popular barrio de La Caridad, en cuya plaza se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de La Caridad del Cobre.

   En el núcleo principal de Camagüey, tal vez el mejor conservado en Cuba y declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, se mantiene aún esa tradición de plazas jerarquizadas por templos, entre ellas la Plaza Mayor (Parque Ignacio Agramonte), La Merced (Plaza de los Trabajadores) y San Francisco (Parque Martí).

   Las dos primeras, a partir de las iglesias de la Parroquial Mayor, iniciada en 1517 (hoy Catedral Metropolitana), y Nuestra Señora de la Merced (1748).

    El vecindario inicial de la legendaria villa de Santa María del Puerto del Príncipe se materializó en torno a la Plaza Mayor, con su basílica, el Ayuntamiento y las casas de los primeros vecinos.

   Los investigadores refieren que las construcciones religiosas originarias de Camagüey surgieron junto a los primeros intentos de hábitat y coinciden con la fundación del emplazamiento actual en 1528, momento en que comenzó a gestarse un importante centro socio cultural.

   El convento-iglesia La Merced, al ser transformado de 1744 a 1756, pasó a ser una de las edificaciones religiosas coloniales más notables del país, por la complejidad constructiva y su belleza arquitectónica.   

   Levantada a base de ladrillos con techos de bóvedas de cañón para cubrir tres naves sustentadas por gruesos nervios, hay en el exterior una torre voluminosa, situada como eje de la nave principal, lo cual acentúa la solidez del edifico.

   Otros elementos como pilastras y frontones enmarcan la fachada y su longevidad y reflejan la pericia, consolidación y estabilidad constructiva alcanzadas durante el siglo XVIII en Cuba.

   Se afirma que las múltiples y complejas soluciones ingenieras en columnas, aleros, pilastras, cornisas, arcos, bóvedas y cúpulas las posibilitó el dominio de la construcción con ladrillos de barro.

   Según expertos, a las iglesias coloniales de la provincia las caracterizan sus volúmenes compactos, con fachadas principales generalmente simétricas y de escasa decoración; de textura lisa, sin portales y con torres rematadas por cúpulas o capitel piramidal, preferentemente sobre el acceso principal.

   El siglo XVIII resultó muy próspero para la arquitectura y en especial la dedicada a las edificaciones religiosas camagüeyanas. Hasta 1825, entre reconstrucciones y nuevas obras, se fundaron y levantaron 14 templos de diferentes rangos eclesiásticos.

   Ese esplendor, no solo religioso sino en general, lo plasmó en testimonios el obispo Morell de Santa Cruz durante una visita en 1756, al nombrar a nueve iglesias y contar mil 506 casas, de las cuales, mil 206 eran de tejas y 12 de dos plantas.

   Pasado el medio milenio de su fundación, en la imagen de la ciudad todavía dominan las torres de las iglesias que perfilaron su rumbo original y se las puede observar desde cualquier punto de la irregular y caprichosa trama urbana.