La bahía de Jagua, con 88 kilómetros cuadrados de extensión, es un ícono identitario de la ciudad de Cienfuegos, de ahí el empeño en cuidar la salud de esa gran masa de agua salada y tranquila.
Con sus aguas serenas, y las luces nocturnas de los pescadores que llenan la vida cotidiana de los sureños, la ensenada deviene, desde tiempos ancestrales, pretexto para poetas y cantores, quienes unen lírica y música para agradecer la dicha de contar con esa rada bella.
Expertos y profesionales del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC) dedican, desde la década del 90 del siglo XX, sus conocimientos y esfuerzos a velar, estudiar y proteger esa gran bahía de bolsa.
Mabel Seisdedos, investigadora titular del CEAC, refiere que en esos años nació su Programa de Monitoreo de la Calidad Ambiental, que permite obtener resultados para apoyar la actividad de gestión ambiental de tan importante sistema acuático.
Con el paso del tiempo la asimilación de enfoques integradores y la generación de herramientas contextualizadas perfeccionan el trabajo, sobre todo con la implementación en 2012 del Índice de Calidad del Agua (ICA) que ayuda a sintetizar información sobre diferentes indicadores, entre ellos la cantidad de oxígeno disuelto, la demanda bioquímica de ese elemento y los nutrientes presentes en el medio, añade la experta.
Seisdedos asegura que esas herramientas facilitan las comparaciones entre las distintas etapas de monitoreo realizadas en los diferentes periodos. Por supuesto, también estudia la incidencia de las cuencas y los diversos drenajes que tributan hacia ella, con lo que pueden orientar de manera fidedigna las acciones en la gestión ambiental.
El Ceac anualmente emite la evaluación de las aguas cienfuegueras correspondiente a los períodos lluvioso y de sequía, lo cual permite establecer comparaciones con los datos desde el 2012 hasta la fecha, acotó.
Recuerda la historia sobre las primeras civilizaciones que se acercaron a las masas de aguas, tanto marinas como fluviales para asentarse, porque esa aproximación era sinónimo de alimentos seguros y vías de comunicación.
El hombre, en busca del desarrollo, deviene principal agresor de la naturaleza y dentro de ella el mar y las bahías, esta acción antrópica con funestas consecuencias llamó a los estudiosos a asumir tareas dirigidas no solo a detenerlas si no también a erradicar los males causados.
Una de estas labores la realizan en el territorio los profesionales y técnicos del CEAC con la organización de talleres, investigaciones y sobre todo el monitoreo constante de las aguas.
Comenta la propia fuente que los datos del ICA obtenidos en el 2024 mostraron que durante el período poco lluvioso la evaluación fue Excelente, mientras que en la etapa de mayor cantidad de precipitaciones solo alcanzó la categoría de Aceptable.
Esa realidad muestra que el incremento de las precipitaciones provoca mayores arrastres y la llegada a la rada de más cantidad de materia orgánica. Los signos de mayor deterioro están en el lóbulo norte por la alta carga proveniente de sistemas fluviales como Arroyo Inglés, y los ríos Damují y Salado.
No obstante, asevera la también Doctora en Ciencias, que los niveles reportados en el calendario muestran mejoría respecto a los valores históricos correspondientes al periodo de 2012 a 2023.
Un trabajo incesante, en unión del control constante y la vigilancia exhaustiva, aseguran que la Bahía de Jagua no pierda su encanto, y junto a las leyendas que adornan el imaginario popular, las tardes de la Perla del Sur continúen matizadas por el bello azul de esas aguas.