Han transcurrido 68 años del combate de El Uvero y aún resuena en los oídos de los lugareños, los de entonces y los que nacieron después, de esa localidad costera en la Sierra Maestra, el impacto de tan corajuda acción, que puso de relieve la osadía de un grupo de cubanos dignos, dispuestos a todo por la libertad de su Patria.
En los días iniciales del triunfo de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo una valoración que quedó para la historia sobre esa batalla, ocurrida al amanecer del 28 de mayo de 1957, cuando con más coraje que balas el naciente Ejército Rebelde protagonizó el primer enfrentamiento armado de importancia de la guerrilla del Movimiento 26 de Julio, dirigida por él contra fuerzas del dictador Fulgencio Batista.
“Nuestros hombres tomaron por asalto cada posición, avanzando sobre las balas y combatiendo largamente. Todo lo que se diga sobre la valentía con que lucharon, no acertaría a describir el heroísmo de nuestros combatientes [...] El capitán Almeida (Juan) dirigió un avance casi suicida con su pelotón. Sin tanto derroche de valor no hubiese sido posible la victoria”, expresó Fidel.
En otro relato sobre la acción, también revelador, el General de Ejército Raúl Castro Ruz afirmaría que Juan Almeida Bosque fue el alma del combate y el Che Guevara, quien entonces era el médico, comenzó a destacarse allí como un guerrillero impetuoso en un combate que dio al Ejército Rebelde categoría de tropa experimentada.
El Guerrillero Heroico con atinada visión, lo definió desde aquel mismo instante como el momento en que la guerrilla ganó su mayoría de edad. Y aseveró, también, que a partir del hecho se incrementó la moral, así como la decisión y esperanza de triunfo de los rebeldes, algunos de los cuales integraron la tropa de expedicionarios que desembarcaron, el 2 de diciembre de 1956, en el yate Granma, para ser libres o mártires, como vaticinó Fidel.
Decididamente el año 1957 se considera pródigo para los revolucionarios, pues había comenzado con las victorias de La Plata, el 18 de enero, y de Arroyos del Infierno, el 22 de ese propio mes, triunfos que tuvieron su trascendencia, porque fortalecieron la confianza entre las filas rebeldes y demostraron al pueblo que la guerra revolucionaria era una realidad.
En marzo de ese año, un grupo de revolucionarios enviados por Frank País García, avezado líder de la lucha clandestina, constituiría el primer refuerzo llegado a las montañas, quienes, unidos a los expedicionarios del Granma y a los obreros y campesinos sumados a la gesta libertadora, ponían a la guerrilla en mejores condiciones para emprender acciones de mayor envergadura.
“Ya no les sobraban fusiles a las tropas (rebeldes); al contrario, les faltaban. Estábamos en una nueva época. Se había producido un cambio cualitativo; había toda una zona donde el ejército enemigo trataba de no incursionar para no topar con nosotros”, escribió el Che para resaltar el valioso apoyo.
El Uvero, perteneciente al hoy municipio de Guamá, en la provincia Santiago de Cuba, era uno de los puntos de la costa sur del oriente cubano donde se habían establecido fuertes guarniciones de la tiranía batistiana, como parte de las medidas de reforzamiento militar del ejército gubernamental en la Sierra Maestra para enfrentar las tropas rebeldes.
Particularmente feroz resultó la batalla debido a que los rebeldes no contaban con posiciones francas de ataque y debieron exponerse abiertamente. Luego de más de dos horas de intenso tiroteo la guarnición se rindió y la guerrilla tuvo que lamentar la pérdida de siete hombres con ocho heridos.
Tras la acción, Fidel le ordenó al Che permanecer con los lesionados: el capitán Juan Almeida Bosque, el teniente Félix Pena, además de Miguel A. Manals, Mario Maceo, Manuel Acuña, Enrique Escalona, Mario Leal y Hermes Leyva.
Guevara atendió a los de ambos bandos y realizó un “pacto de caballeros” con el médico del cuartel para dejar a los heridos más graves con la condición de que se los respetara al ser detenidos.
Un fuerte sentimiento de solidaridad motivó el ataque al cuartel de El Uvero, explicó Fidel en las Reflexiones publicadas el primero de junio del 2012, ya que unos días antes había ocurrido el desembarco del Corynthia, dirigido por Calixto Sánchez White, y como había experiencia de lo que podía ocurrirles en los primeros instantes, pretendían salvar la vida de los expedicionarios.
El disparo que marcó la arrancada de la acción salió del fusil de mirilla telescópica que portaba Fidel Castro, dirigido al equipo de radio de la guarnición para impedir que solicitara refuerzos, en particular de la aviación. Como siempre el primero en el combate y en el ejemplo, lo que infundió bravura a la tropa.
De los 53 miembros del ejército batistiano que participaron en el combate, 46 fueron bajas, entre ellos 11 muertos, 19 heridos y 16 prisioneros, refiere el relato del jefe rebelde a Frank País sobre este suceso, en el que ocuparon muchas armas, como rifles Garand y Browing, además de gran cantidad de parque.
En El Uvero quedó demostrado que, mediante la lucha guerrillera, no solo podía hostigarse al régimen, sino que también el Ejército Rebelde desarrollaba las potencialidades necesarias para la toma del poder por la Revolución.
Las armas ocupadas y el crecimiento en las filas, permitieron la creación poco tiempo después de una segunda columna, la denominada Columna 4, bajo el mando de Ernesto Che Guevara, ascendido a Comandante el 22 de julio de 1957.
Cuba rinde especial tributo, en el aniversario 68 de la acción, a quienes cayeron heroicamente, los tenientes Julio Díaz González, asaltante del Moncada y expedicionario del Granma; y Emiliano Díaz Fontain; así como los guerrilleros Gustavo Adolfo Moll, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega, Eligio Mendoza y Rigoberto Cilleros.
Los lugareños de esa localidad que disfrutan hoy de una nueva vida gracias a batallas como la descrita, le ofrendan su íntimo homenaje con un pueblo de arraigado patriotismo dispuesto a defender a toda costa la obra levantada allí y en la geografía nacional, con la sangre y heroísmo de sus mejores hijos e hijas.