Corinthia: triste episodio de la historia de Cuba

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Claudia Patricia Domínguez del Río| Foto Archivo
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27 Mayo 2016

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El 28 de mayo de 1957 se escribió una de las páginas más sangrientas de la historia de Cuba, cuando la masacre indiscriminada acabó con la vida de 16 jóvenes quienes venían a apoyar las fuerzas rebeldes que luchaban en la Sierra Maestra contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Unos 27 hombres eran los expedicionarios del yate Corinthia, el cual zarpó del sur de Florida el día 19 con la intención de arribar a tierra cubana en un máximo de dos jornadas, pero la difícil travesía demoró su llegada al lugar de destino.

El desembarco se produjo por Cayo Saetía en la costa norte de la entonces provincia de Oriente, tres días después de lo previsto.

La nueva fuerza, que pretendía establecer un grupo guerrillero paralelo al de la Sierra Cristal, fue preparada por la Organización Auténtica del ex mandatario cubano Carlos Prío Socarrás, fuera del poder desde marzo de 1952 por un golpe de Estado que le propinara Fulgencio Batista.

Sin embargo, la operación estaba destinada al fracaso desde que la traición ensombreciera la nobleza de esta misión, perfectamente conocida por el ejército batistiano, que tenían la orden expresa de no permitir ni heridos ni presos.

Agotados, hambrientos y soñolientos, 19 de los integrantes iniciaron el camino que según los pronósticos los conduciría hasta la Sierra Cristal, pero al llegar a las inmediaciones de un poblado conocido como Brazo Grande, cercano al río Cabonico en el actual  municipio holguinero de Mayarí, el grupo dirigido por Calixto Sánchez fue apresado.

Y mientras esto sucedía en la noche del mismo día 27 las tropas rebeldes se preparaban para atacar el Cuartel del Uvero con la intención de contribuir a la victoria de los nuevos guerrilleros, pero lamentablemente  cuando inició el combate que marcaría la mayoría de edad de los rebeldes, ya los jóvenes de Corinthia eran prisioneros.

Dos modos de actuación muy opuestas darían a conocer tiempo después a los hombres de uno y otro bandos, pues mientras los revolucionarios curaban a los heridos caídos y compartían con ellos los alimentos, las fuerzas dirigidas por Fermín Cowley, jefe del Regimiento Militar de Holguín trasladaban a 16 jóvenes hasta un lugar conocido como Arroyo La Marea en la noche del 28 de mayo.

Allí, amarrados con alambre de púas, fueron bestialmente ametrallados, momentos después de que la radio trasmitiera un supuesto "parte oficial" en el que se anunciaba la caída de los revolucionarios, luego de un cruento enfrentamiento, de modo que los expediccionarios escucharon la noticia de su propia muerte.

De los 19 que inicialmente comenzaron la escalada solo tres lograron sobrevivir, uno que se había extraviado entre los caminos de la montaña y otros dos que lograron escapar del cerco enemigo, pero solo Fernando Virelles se sumó a las filas del Ejército Rebelde, quien al culminar la gesta rebelde en enero de 1959 ostentaba los grados de capitán.

Durante la ceremonia de inhumación de los restos de los combatientes, el 28 de mayo de 1959, el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro se refirió a la página escrita por los mártires con una frase de Antonio Maceo: “Las revoluciones son consecuencias de las injusticias y han de estar de pie mientras exista alguna que reparar”.