Contra viento y marea, aún vive el órgano oriental

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Leonardo Pupo Pupo | Foto Archivo
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12 Abril 2016

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El uso del órgano como instrumento musical en fiestas y  bailables en Holguín, ha constituido una tradición arraigada en  este territorio cubano desde finales del siglo XIX.

Reconocido por muchos como instrumento rey y orquesta ambulante, la historia de este artefacto de ritmos contagiosos refiere que el primero de ellos fue introducido en la isla caribeña por la actual provincia de Cienfuegos, aunque luego su expansión lo llevó hacia el este del país, donde tuvo un mayor auge.

La realización de bailables con órganos como referencia musical en Holguín data de 1879, cuando este era el centro de atención de fiestas, romerías y encuentros de sociedad.

En las zonas urbanas de los municipios de Gibara y Holguín se utilizó por primera vez el instrumento,  que luego pasó a ser parte inseparable además de otros asentamientos rurales como Báguano, Banes, Calixto García y Cacocum.

Los dueños de órganos eran a la vez, reparadores de piezas y constructores, lo cual sirvió para que surgiera en 1985 en esos propios dominios una fábrica para su confección, aunque hoy está fuera de funcionamiento.

La fábrica actualmente se subordina a la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos, variando su objeto social de la creación de instrumentos a la elaboración de souvenires para el turismo nacional e internacional, pues sus últimas producciones se realizaron en 2004.

Sobre una carreta tirada por bueyes, arribó al poblado de Buenaventura en 1910 el órgano oriental y desde entonces los jolgorios campesinos de esa localidad tienen como invitado especial a este huésped ilustre.

En 1947 llega al territorio más occidental de la actual provincia de Holguín José Ajo, quien formaría parte de un núcleo familiar vinculado estrechamente con el desarrollo y uso de este instrumento.

La familia Ajo introdujo cambios como son el guayo por el güiro, los timbales por las pailas y la adición de las tumbadoras y bongoes, entre otros, que le dieron un sello distintivo a sus presentaciones.

La aparición de nuevas tecnologías y códigos para el consumo de la música, relega al órgano a un segundo plano en el gusto de la juventud.

El auge de las orquestas charangas que actúan en vivo y el consumo en soportes magnéticos tienen la preferencia, situación acentuada por la no presencia, además, de los órganos en el panorama del disco musical cubano.   

Aún así, el ritmo inconfundible de este “hijo adoptivo” del pentagrama musical nacional se escucha en más de una serenata entre los hombres del agro de esta región oriental, donde la tradición sigue viva para beneplácito de los holguineros.