Una tortuga galápago traída desde Etiopía vive hace 34 años fuera de su hábitat, en la provincia de Cienfuegos. Escondida en una cajita diminuta llegó a Cuba en 1982 traída por Pilar Vázquez Veliz, quien reside en el municipio de Palmira, donde ha cuidado desde entonces con esmero a su mascota.
Mientras cumplía misión internacionalista en esa República Democrática Federal, la cienfueguera encontró tres especímenes, de los cuales solo sobrevivió el que existe hoy en su casa.
Alega Pilar que en un principio andaba por todos los pasillos de la vivienda y chocaba con cuanto encontrara a su paso, por ello sus familiares decidieron prepararle un espacio para un mejor desenvolvimiento, donde no fuese importunado y pudiera desarrollarse sin molestar a nadie.
Según su dueña, es muy dócil y vegetariano, se alimenta de hojas de lechuga, col y orégano, además de frutas como plátano, pan mojado y los frijoles que tal vez quedaron del día anterior.
La tortuga camina y arrastra sus extremidades por el piso, debido a su gran tamaño y su peso.
Hasta esa morada llegan muchos niños y personas mayores deseosos de conocer el ejemplar, que aún no tiene nombre porque sus propietarios desconocen su sexo.
Quienes la visitan por primera vez quedan atónitos ante tamaña especie y todos permanecen deseosos de que viva por muchos años y siga siendo una de las atracciones principales de ese hogar.
Los galápagos, cuyo nombre científico es Geochelone nigra, resultan las tortugas más grandes que existen dentro de su especie porque llegan a pesar más de 250 kilogramos.
Pueden vivir unos 170 años, alcanzan su madurez en la tercera década de vida y mueren durante la estación lluviosa, normalmente en los meses de enero a junio.