Si en Cuba una de las prioridades de la ciencia, la tecnología y la innovación es la producción de alimentos, la protección del medio ambiente adquiere características vitales para un objetivo tan estratégico.
Tanto es así que desde la década de los años 90, cuando surgió la Estrategia Ambiental Nacional dirigida entre otras cosas a indicar las vías más idóneas para preservar y desarrollar los logros ambientales alcanzados por la Revolución, se analizan problemas y actualizan necesidades ante el cambio climático extremo, manejo nacional del agua y energía renovable, principalmente.
Hay dificultades heredadas de la irracionalidad en la explotación de la tierra, y lo cierto apunta a que el 75 por ciento de ella está afectada por factores que limitan su productividad.
La degradación ha sido declarada el principal problema de la nación en este ámbito, y la prioridad es tratar de detener y revertir este proceso porque sin suelos fértiles y productivos no habrá sostenibilidad en la producción de los alimentos.
En esas circunstancias, deviene imprescindible la aplicación de una agricultura de conservación a partir de la Estrategia Ambiental Nacional, que se renueva cada cinco años con el propósito de lograr un desarrollo socioeconómico compatible con el entorno.
El impacto negativo del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos, sobre todo en materia de tecnologías, nadie puede desconocerlo, como tampoco los programas nacionales para contrarrestar sus efectos.
Uno de ellos es el de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, además de los relacionados con el Desarrollo Integral para la Montaña, el de Cuencas Hidrográficas, el de Lucha contra la Contaminación, y el Plan de Acción Nacional de Diversidad Biológica, entre otros.
Pese a limitaciones financieras e incomprensiones, la Estrategia Ambiental Nacional, dirigida también a superar los errores e insuficiencias y a identificar los principales problemas ambientales del país, es un elemento clave por la necesidad de ver al suelo como un fenómeno biológico, vivo, que reclama cuidado, alimentación y protección, para contrarrestar su vulnerabilidad.
Es conocido que la mayoría de las tierras en Cuba son poco productivas, razón por la cual los agricultores están obligados a buscar fórmulas para mejorar su uso y conservación.
Una contribución a su gestión lo constituye el Programa Nacional de Mejoramiento del Suelo, con vistas a paliar los efectos de la degradación y la pérdida de fertilidad.
El hecho de recurrir a las buenas prácticas se puso de manifiesto con la aplicación del Proyecto Bases Ambientales para la Sostenibilidad Alimentaria Local, iniciativa nacional e internacional, que busca la seguridad alimentaria, disminuir las importaciones y elevar el nivel de vida de la población.
Otra variante extendida va de la mano de la agricultura urbana y sus técnicas, a fin de obtener mayores rendimientos en espacios reducidos, con sistemas de riego y materias orgánicas, del compost (residuos agrarios, mineros y urbanos); así como el humus de lombriz.
Con semejante potencial, es irracional que haya desabastecimiento en mercados agropecuarios y mucho más que sus precios sean impagables para la inmensa mayoría.
Lino Luben Pérez
900
11 Abril 2016
11 Abril 2016
hace 9 años