Guantánamo, 3 jun (ACN) Un buen ejemplo en Guantánamo de trabajo duro y deseos de alcanzar una sostenibilidad agrícola, es el de Roidelis Rodríguez Ramírez en su finca Oyo-Ollé, en Argeo Martínez, Manuel Tames, donde sus manos no cultivaron solo suelo, resucitaron un sueño sobre lo perdido, contra todo pronóstico.
Su labor desde San Miguel Maquinaria, reconocida incluso por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante su reciente visita al territorio, es hoy un modelo de lo que Cuba necesita urgentemente, producción comprometida y corazón social.
Las 34 hectáreas (ha) fueron rescatadas hace cuatro años por este propietario que vio la oportunidad de paliar la crisis alimentaria, en demostración de que con voluntad, la tierra responde.
Cuenta con 10 ha de cultivos varios y 24 están en rotulación para cultivos permanentes, que es su proyección: 15 para plátanos y el resto para yuca, aunque también siembra 12 ha de maíz, dos de cebolla, también tiene pimiento, ajo y tomate y su mayor proyección es la de alcanzar las 40 ha cultivadas.
"Si la tierra me alcanza, me incluyo, lo que hay es que sembrar", respondió a la pregunta sobre diversificar, incluso con papa; su fuerza laboral fluctúa: 15 trabajadores fijos en primavera y hasta 40 en la campaña de frío, la más intensa.
Esos obreros no solo disponen de empleo, sino de condiciones dignas: salario diario de 400 pesos, pago de 100 pesos por hora extra y almuerzo gratuito, puesto que Roidelis entiende que el bienestar de su equipo es esencial para la sostenibilidad.
"Esto era la granja de alimentos de la empresa azucarera, tenía 44 ha bajo riego y garantizaba por lo menos el 70 por ciento de alimento a la comunidad, sin embargo, hace 15 años se abandonó, era un monte, se la solicité a la UBPC Manuel Sánchez López en condición de usufructuario, y empecé a recobrarla, relató sobre los inicios.
"Recuperé la estación de bombeo, ahora actualmente tengo diez por ciento bajo riego, la finca tiene fuentes hídricas por todos los lados, la bordea el río Guaso y la atraviesa el canal Camarones, por tanto tiene para aprovechar el potencial", añadió.
Roidelis es especialista en ciencias informáticas, pero no lo pensó dos veces para volverse campesino; aunque no le viene de familia, fue una chispa activada, o una necesidad de atribuirse una faena más a su currículum, porque como expresaron sus compañeros de la UBPC, "es músico, poeta y loco", él tiene un ingenio multidisciplinario: es también mecánico, electricista, electrónico...
"Ese tractor -muestra con orgullo- yo lo armé con mis propias manos, todo el montaje, el motor adaptado lo instalé y lo alineé, aunque busco asesoría por si acaso; la informática me gusta pero la necesidad del país es otra, la comida es lo principal", destacó con firmeza.
Para las ferias agroindustriales que se realizan en la ciudad de Guantánamo todos los sábados y que se mantienen por más de un año y medio, él destina el 80 por ciento de sus producciones a esa venta directa a la población; a la última envió 650 quintales de col, 250 quintales de pepino, ocho mil 500 mazos de cebolla, 350 cajas de tomate, mil 100 cajas de ají pimiento y mil 500 ristras de ajo.
"Del otro 20 por ciento, 10 fueron contrato directo con Frutas Selectas como productor y los otros 10 fueron para donativos a objetos sociales", explicó.
En este último aporte también destaca Roidelis, la finca con el apelativo Oyo-Ollé tiene un objeto social que lo guía: "el nombre es un principio de la religión yoruba de ayudar a todo el que lo necesite, en eso es en lo que quiero basar la finca", destacó el campesino de 38 años.
Ese compromiso lo lleva a apadrinar además proyectos vitales para su comunidad: la Casita Infantil Granito de Azúcar y el proyecto Jagüey La Esperanza, premiada dondequiera que va, como explicó orgulloso; su apoyo es tangible y urgente.
Extiende su mano igualmente al Sistema de Atención a la Familia, al Programa de Atención Materno Infantil y proyecta financiar una futura Casa de Abuelos que desean crear en la comunidad
"También he dedicado el 20 por ciento de esas producciones a esas labores, desde ayudar a un vecino hasta apoyar una institución social", indicó, y por su manera de hablar viene más ayuda de su parte en el camino; aunque es propietario de la mipyme Servar (donde repara equipos, vende alimentos y más), tiene claro su objetivo.
"Estoy más enfocado como productor, esta -la finca- es la columna vertebral de todo, los cimientos", dijo con determinación este hombre, que encarna el tipo de actor que Cuba precisa con urgencia: un productor eficiente e innovador que garantice la sostenibilidad alimentaria.
Sus manos e ingenio demuestran que sí es posible rescatar lo abandonado, cultivar el futuro y, sobre todo, sembrar humanidad.