¿Qué le importa un niño al gobierno de Estados Unidos?

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ACN - Cuba
Joel Mayor Lorán | Foto: Yemmi Valdés Ramos
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23 Septiembre 2024

Artemisa, 23 sep (ACN) Ninguna guerra debería emprenderse contra los niños, siempre inocentes en cualquier conflicto, sobre todo si son pequeños con alguna enfermedad que dependen de un fármaco o equipamiento procedente del exterior; sin embargo, eso no le importa al gobierno de Estados Unidos.

   En las circunstancias actuales, provocadas por el bloqueo de ese país a Cuba, no es posible ofrecer los servicios que distinguen la vocación humanista de la Revolución cubana, en correspondencia con las necesidades.

   Ni a Donald Trump ni a Joseph Biden les interesa cómo vive el pequeño Ariel Roberto Carballo Hernández, un niño que requiere de un ventilador pulmonar en casa.

   Liudmila Hernández Rodríguez reveló a la ACN que, el 18 de noviembre de 2014, al nacer su niño en el Hospital General Comandante Pinares, en San Cristóbal, tuvo una hipoxia severa (disminución del suministro de oxígeno a un tejido) de la cual se recuperó, pero, tras varias horas en el servicio de neonatología, comenzó a ponerse cianótico y hubo necesidad de ventilarlo… hasta hoy.

   Después de 48 días fue trasladado a la sala de terapia de niños, donde fue muy bien recibido y comenzaron a trabajar con él para separarlo de la ventilación mecánica, agregó la mamá.

   Sin embargo, no se pudo lograr del todo, sostuvo, porque padece de una enfermedad llamada maldición de Ondina (hipoventilación alveolar central): duerme muy profundo y deja de respirar; por eso necesita el equipo de ventilación mecánica para apoyarlo cuando esto ocurre.

   “Durante cinco años viví en la sala de terapia. Tanto los médicos como las enfermeras lucharon incansablemente para que mi niño pudiera tener la calidad de vida que disfruta hoy.

   “Un día llegó a la sala un equipo de ventilación domiciliar con el que pude traerlo a casa. A los dos años y medio, el aparato se rompió y, por seis meses, estuve viajando cada noche al hospital; no era posible darme otro para llevar, debido a la escasa entrada de esos ventiladores al país.

   “Afortunadamente, descubrimos que aquel le servía para el hogar, aunque no es el indicado y le pertenece al hospital”, refirió.

   “Él sufrió una parálisis neuroinfantil. Se defiende muchísimo en la casa, gracias a la fisioterapia en el hospital. No camina solo, pero sí se para. Y, para la condición que padece, su calidad de vida es bastante buena, gracias a la lucha del personal de Salud y a la mía, como mamá.

   “Todos sus médicos han sido incomparables, de una dedicación tremenda. Entre ellos destacaría al doctor Guido, por su cariño y la convicción de que Ariel, aunque no se pudiera separar totalmente del equipo de ventilación, podía llegar a hacerlo mientras estuviera despierto.

   “Pero todos, los médicos, enfermeras y cuantos trabajan en esa terapia, son personas muy luchadoras por los pacientes; elevan el cariño por encima de su capacidad como profesionales de la salud. No tengo palabras para describir la voluntad de salvar la vida a los niños”, subrayó.

   “A Cuba se le dificulta mucho comprar equipos en otros países, principalmente en Estados Unidos. No dejan, pese a que hay niños con urgencia de reponer el equipo de ventilación, porque lo tienen roto… y están viviendo en hospitales, pues necesitan la ventilación mecánica constantemente.

   “Como su enfermedad solo le afecta el sueño y es nada más para dormir, mi hijo salió de la sala de terapia con una ventilación intermitente. Yo vivo cerca del hospital y podía ir todas las noches; de lo contrario, el niño hubiese tenido que permanecer ingresado, pero él está sano y es hiperactivo, no estaría tranquilo en una cama.

   “¡Ojalá Estados Unidos permitiera comprar cuanto necesitan los niños en Cuba, principalmente quienes padecen alguna enfermedad: lo que requiere uno con traqueotomía, con gastrostomía, ventilado o con otras enfermedades!

   “Quisiera que escucharan lo que siento. Es triste vivir con tantas dificultades. Son personas indolentes, de mal corazón. Quien no permita que un niño enfermo tenga el equipo o medicamento para curarse o mejorar su calidad de vida, ese no es humano”.

   La mamá de Ariel comparte su dolor, porque de día su pequeño Ariel oye música y juega con globos o pelotas; de noche, solo el equipo de ventilación le permite soñar.