La castaña legado ancestral que fructifica en Isla de la Juventud

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ACN - Cuba
Ana Esther Zulueta I Foto de la autora
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20 Abril 2025

Nueva Gerona, 20 abr (ACN) En la finca La Granjita de Isla de la Juventud, bajo los cuidados de Francisco Hernández Rodríguez, campesino usufructuario, germina la verdadera fruta del pan: el Artocarpus camansi o la castaña como se le reconoce allende los mares. 

   Para este septuagenario, las frutas repletas de simientes son un tesoro inigualable. “Le doy un poquito de calor y ella bota la cáscara. Luego, muelo la semilla, la seco, y la vuelvo a moler hasta obtener harina, que me sirve para elaborar confituras, pan, galletas... es muy sabrosa y nutritiva”.

   Pero la historia del Artocarpus camansi, también conocido como castaña, se remonta a Nueva Guinea, su lugar de origen. Allí, sus habitantes lo cultivaron hasta derivar en el árbol del pan (Artocarpus altilis). 

   Se dice que fue el pirata inglés William Dampier el primer europeo en describir esta planta en el siglo XVII, en su libro “Un nuevo viaje alrededor del mundo”, publicado en 1699 en el que destacó cómo había alimentado a las comunidades de Melanesia y Polinesia durante más de tres mil años. 
   Desde entonces, el árbol del pan ha cruzado océanos para enraizar en más de 90 países tropicales, incluidos los localizados en el Caribe y América Latina.
   Aunque en Isla de la Juventud es más común encontrar el Artocarpus altilis o mapén, Hernández Rodríguez defiende las virtudes de la castaña. “Es diferente. La harina de esta variedad, además de ser versátil, tiene propiedades muy buenas. Contiene aminoácidos que ayudan a reducir el tamaño de la próstata, al eliminar la hiperplasia prostática benigna”.

   Refiere la literatura consultada en Internet que el valor de ese fruto no solo radica en su sabor y nutrientes, sino también en su potencial medicinal. En Oceanía, las hojas del árbol del pan son utilizadas en la medicina tradicional para tratar enfermedades como la cirrosis, la hipertensión y la diabetes. 

    Además, estudios científicos confirman sus propiedades antibióticas, antivirales, antiinflamatorias y antioxidantes, lo que la posiciona como un recurso prometedor en el campo de la salud.
   La castaña y sus derivados no son solo una reminiscencia de un legado milenario, sino un símbolo de sostenibilidad y aprovechamiento integral de los recursos locales. 

   Desde la finca La Granjita, este campesino demuestra que el pasado y el presente pueden converger en un futuro prometedor, donde la tierra, el conocimiento y la innovación se unen para transformar vidas. 

   “La gente debe redescubrir esta maravilla y lo que puede hacer por nuestra salud y alimentación”, concluyó Hernández Rodríguez mientras sostiene entre sus manos el fruto que, sin duda, podría ser el pan de todos.

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