José María Sardá y Gironella: el benefactor de José Martí

Compartir

ACN - Cuba
Linet Gordillo Guillama I Foto: tomada de internet
175
19 Mayo 2025

Nueva Gerona, 19 may (ACN) José María Sardá y Gironella es una figura poco conocida más allá se ser el benefactor de un José Martí adolescente, acusado de infidencia contra el régimen colonial español y condenado a seis años de prisión en las canteras de San Lázaro.

    El ingeniero militar español, por la mediación de amigos comunes con Mariano Martí- padre del joven-, acogió al imberbe separatista en su finca El Abra de Isla de Pinos, en tanto se tramitaban los documentos para su deportación a España tras habérsele conmutado la condena.

    Este catalán, natural de Tarragona y llegado a Cuba en 1851, estuvo entre los primeros graduados del Colegio de Arquitectura de La Habana, de donde egresó, en 1865, como Maestro de Obras.

   Allí realizó sus primeros contratos, sus primeras edificaciones, algunas de las cuales permanecen en pie como la cerca perimetral de la Quinta de los Molinos, residencia de verano del Capitán General, el llamado Arco de Sardá o Arco de Belén, en La Habana Vieja y la  situada en calle San Lázaro 360, entre otras obras.

   En esa ciudad conoció y contrajo matrimonio con una joven mestiza proveniente de la Casa de Beneficencia, Trinidad Valdés Amador y tambien alli nacieron los primeros hijos. Pero en 1868 compra tierras en la Isla de Pinos y levanta una casa de vivienda a la usanza de las macías catalanas, adonde traslada a la familia al año siguiente, presumiblemente para mantenerla lejos de los peligros de la guerra que había estallado en Oriente, en caso de que, logrará extenderse.

   Además de campos de labranza y áreas ganaderas, José Maria fomentó tambien un tejar y un horno de cal, materiales que, trasladados a La Habana, abarataban los costos de las obras contratadas en la capital, donde mantenía la mayor parte de sus negocios, entre ellos era accionista de la sección La Criolla de las canteras de San Lázaro, justo el sitio donde el adolescente Martí, junto a decenas de condenados, realizaban trabajos forzados.

   Sardá y Gironella, acogió al joven maltrecho en su hogar pinero, donde le pidió a su esposa cuidara de aquel muchacho que había llegado con el cuerpo consumido y el alma en carne viva. Aún en el museo Finca El Abra se conserva el grillete de hierro forjado con el que llegó Martí a Isla de Pinos, que le ataba de la cintura al tobillo y que le fue retirado por los empleados de la estancia. 

   Era una figura respetada en la Isla de Pinos el catalán patriarca de aquella propiedad, no solo por su posición económica, sino también por sus cercanos contactos con la élite gobierno colonial, ademas de ser capitán de voluntarios, la fuerza paramilitar integrista. 

   A pesar del agradecimiento de la familia del joven José Martí por salvar a su hijo de los horrores del trabajo forzado e interceder por una condena más benigna, una interrogante desconcierta a historiadores de todas las épocas que se han adentrado en el estudio de la estancia de José Martí en Isla de Pinos: Por qué jamás lo menciona en ninguno de sus textos. Ni halago, ni reproche. Silencio total.

   Algunos interpretan esa actitud como una manera de proteger a su benefactor de cualquier sospecha que lo relacionara con un condenado por infidencia. Otros, en cambio, interpretan esa falta de referencia a Sardá y Gironella, como un reproche silente a su enriquecimiento con el trabajo infame de los condenados en las canteras, entre los que había estado él. La verdad, probablemente, nunca la sabremos.