Vale “abuelear” también en una escuela
Si existiera el verbo “abuelear” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, su gerundio debe ser “abueleando”, algo así como la ayuda que les damos los padres a nuestros hijos en el cuidado y educación de sus retoños.
Esa etapa me encanta, me sienta bien y oxigena mis pulmones, razón más que suficiente para que este 4 de septiembre viva una experiencia con mi nieto Olliver: me estreno como abuela de una escuela primaria.
El pequeño de casa comienza una linda y nueva etapa de su vida, que con gusto acompañaré, sí, porque a la familia le toca estar al pendiente de cada paso de los infantes de casa en este proceso de enseñanza-aprendizaje.
Un mundo de conocimientos, de interrogantes está por venir y por nada me pierdo esa posibilidad de estar ahí para ayudarlo a descubrirlo, a responder cada duda y también para aprender, porque nunca es tarde.
Será de crecimiento este periodo, no solo de Olliver, sino para la familia toda, la cual clasifica como el mejor contexto para acompañarlo a transitar los caminos y cambios que implica la vida misma.
Vale recordar que la educación de todo individuo empieza en el hogar y se prolonga en la escuela.
Ahora nos toca a los mayores que lo rodeamos potenciar su confianza, autoestima y desarrollo integral para que logre el rendimiento académico deseado y pueda ser una persona con sentimientos y valores positivos.
Estoy muy feliz de que así sea, pues para mi será volver a vivir días intensos en los cuales la paciencia llega a sus límites, pero que irremediablemente hay que acudir a ella, una y otra vez, si queremos que nuestros niños aprendan a unir letras, formar palabras, oraciones, a conocer los números….
En todo el territorio nacional este lunes será un día de fiesta, las carencias de recursos a las que ha estado sometida la Educación, una de las conquistas del proceso revolucionario cubano, no pueden ser excusa alguna para que las 46 semanas de clases que están por venir carezcan de calidad, amor y entrega.
Hoy las escenas se parecerán en cada rincón de esta Isla, las calles, los barrios, tendrán ese bullicio inconfundible de los niños, adolescentes y jóvenes que, acompañados de algún familiar, se trasladen hasta los diferentes centros educacionales vestidos de uniforme.
Las puertas de estas instituciones se abrirán nuevamente para acoger en sus aulas a más de un millón 600 mil educandos de diferentes enseñanzas, uno de ellos será mi Olliver, quien contará con el apoyo incondicional de la familia, que desde hace meses se prepara para tan esperada fecha.
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