Reforma Agraria, vigencia plena entre las leyes cubanas

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Alfredo Carralero Hernández| FOTO Archivo
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14 Mayo 2015

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En plena Sierra Maestra, principal escenario de las acciones guerrilleras del Ejército Rebelde que dieron lugar al triunfo a la Revolución en 1959, se produjo hace 56 años uno de los acontecimientos de mayor connotación en la Isla: la firma de la Primera Ley de Reforma Agraria en Cuba.
   La Plata, donde radicara la Comandancia General de las fuerzas Rebeldes bajo el mando del líder histórico de la Revolución Fidel Castro Ruz, fue el lugar escogido para ese trascendental hecho, considerado como uno de los sucesos más significativos en la vida de las familias campesinas cubanas desde entonces hasta la actualidad.
   Fue precisamente el 17 de mayo de aquel año cuando se firmó esta Ley, mediante la cual miles de campesinos se beneficiarían con su promulgación al convertirlos en verdaderos dueños de la tierra.
    A partir de entonces comenzó un proceso de confiscación de los bienes agrarios en manos de los latifundistas, quienes ocupaban el 80 por ciento de las mejores parcelas y que se encontraban esencialmente ocupadas por un grupo de compañías norteamericanas.   
   El objetivo apuntaba esencialmente a eliminar la situación de explotación del hombre del campo, que hasta esa fecha había estado condenado a vivir bajo el acoso de la guardia rural y el desalojo constante a que eran sometidos.
    La alegría por esta legislación reinaba en todos los sitios y poblados rurales de la Isla, pues así  enormes territorios se transformaron en granjas populares y se organizó la producción agrícola en cultivos como el arroz, los  cítricos, café, viandas, tabaco y la crianza de ganados, entre otros renglones alimenticios.
   Con su entrada en vigor, el gobierno revolucionario confiscó todas las propiedades de más de 400 hectáreas de extensión y entregó los terrenos a numerosos labriegos, liquidando el latifundio y la aparcería como una de las vías que favorecieran a las familias más pobres de los campos cubanos.    
    Estos pasos posibilitaron a la vez la creación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), el cual sería presidido por el entonces Primer Ministro Fidel Castro Ruz
   Con las prerrogativas que confería esta determinación  como instrumento legal para aplicar las medidas adoptadas en respaldo a todas sus disposiciones jurídicas, la Ley de Reforma Agraria alcanzó rango constitucional al ser declarada parte de la Ley Fundamental de la República.
    Desde su misma aplicación hace ya 56 años esta decisión pasó a la historia de Cuba como uno de los pasos más trascendentales de la Revolución en su primera etapa, teniendo en cuenta que benefició a más de 100 mil familias campesinas y propinó  un duro golpe al latifundismo y el dominio imperialista sobre la ínsula.  
     A la vez quedó anulado el derecho de las empresas e individuos extranjeros a poseer tierras en Cuba, salvo aquellos que fueran pequeños agricultores.
     Vendrían a partir de entonces los amplios programas inversionistas que por primera vez se acometían en los campos cubanos como uno de los proyectos socio-económicos  de mayor alcance para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida en el sector rural del país.