El trabajador azucarero Marcelino Morales Díaz desde hace cuatro años se jubiló, pero después acudieron de nuevo a él y le plantearon que requerían de su concurso en su puesto de trabajo del central Panchito Gómez Toro.
A los pocos días regresó y asumió la faena como de costumbre. Nacido en Quemado de Güines, permanece en su trinchera de labor tras el paso de nueve lustros, se siente útil, contribuye con su esfuerzo al buen funcionamiento de la industria y eso le satisface.
Se trata de alguien que asume con mucha responsabilidad las tareas, más aún sabiendo que la denominada joya azucarera, donde se desempeña , es una fábrica azucarera de muy buenos resultados tradicionalmente a nivel de provincia y del país, comenta Eneida Borges, jefa de laboratorio de la entidad.
A ello se agrega que ocupa un puesto clave en la industria, como lo constituye la planta eléctrica, goza de un gran prestigio como trabajador experimentado y contribuye a la solución de múltiples problemas que se presentan en su departamento y otras áreas, argumenta la especialista.
Añade que está al frente de una pequeña brigada encargada del mantenimiento de las turbinas, los turbogeneradores y toda la parte eléctrica, colectivo muy eficiente y celoso con el cuidado y funcionamiento adecuado de los equipos, tanto en la etapa de reparaciones como en el período de zafra.
Al cumplir el compromiso con la Patria en el Servicio Militar Activo, en 1970 y con 19 años de edad, se incorporó como ayudante, en la planta eléctrica del "Panchito Gómez Toro". A partir de ahí comenzó la etapa laboral y con la ayuda de los técnicos y operarios con más experiencia, y los cursos de capacitación se fue superando hasta dominar cabalmente su trabajo.
En 1984, comenta, el equipo generador de electricidad existente en el ingenio fue sustituido por dos turbogeneradores procedentes de la antigua Unión Soviética, uno con capacidad de generación de cuatro megawatt/hora y el otro de 2,5, suficientes para el funcionamiento de las maquinarias y demás necesidades del ingenio, además del batey y la entrega a la red del Sistema Eléctrico Nacional.
Para lograr que el trabajo sea exitoso, no basta con el buen comportamiento de los equipos, se requiere también de la operatividad de los hombres.
De ahí, la importancia de un buen abastecimiento de caña al central, para mantener altas temperaturas, pues en ello intervienen varios factores de la cadena productiva, subrayó el experimentado obrero.
En su amplio quehacer laboral Marcelino acumula otros méritos como integrante de la ANIR y entre los trabajos de mayor impacto recuerda la rotura de una pieza del turbogenerador hace como cinco años, lo cual hizo al enrollado salir de su lugar y quedar inutilizado.
Explica que no aparecía repuesto para sustituir el equipo, y junto a otros innovadores del propio colectivo de la agroindustria lo repararon e instalaron, realizaron las pruebas técnicas con resultados satisfactorios y en lo adelante funcionó perfectamente. Se resolvió un importante problema al central y permitió un considerable ahorro a la economía nacional.
Eduardo Luis Martín| Foto: Arelys María Echevarría/AIN
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13 Abril 2015
13 Abril 2015
hace 10 años