Lizette Vila: Una madre singular

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Saylin Hernández Torres
2423
09 Abril 2015

  lizette_vila.jpgEs el hijo varón que no tuve, asegura con una ternura inmensa cuando habla de su Hurón Azul. Y es que Lizette Vila, sin planearlo, se ha convertido en la madre de los programas televisivos, documentales y obras sociales que ha dado a luz durante su activa y fructífera vida.
   Ahora multiplica a diario su descendencia, pues se deshace en cuidados de madre y amiga con todas y todos los que acuden en busca de comprensión y esperanza al Proyecto Palomas, la Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social que dirige desde 2002.
    Hoy nos hacemos eco de las experiencias, pensamientos, sentimientos y deseos de esta mujer cubana, que con su lucha ambientalista, pacificadora y por la igualdad social y de género desde el audiovisual, ha tocado a muchos con su obra.

-¿Qué hizo nacer en Lizette Vila esa necesidad de cambiar el mundo? ¿Algo influyó en su manera de ver la vida?
_Nací en el Cerro el 17 de diciembre de 1949 y crecí en un barrio de muy bajos recursos. Ahora, después de tantos años en el audiovisual, me doy cuenta de que había una interculturalidad y dinámicas que le daban un movimiento de pluralidad, de diversidad humana, que yo creo que eso fue lo que a mí realmente me marcó.
   “Por otra parte, mi madre era ama de casa, pero sí era una activista social, vinculada al clandestinaje en apoyo a la Revolución, al igual que mi padre, que tenía tres trabajos. Cuando triunfó la Revolución,  él no aceptó ninguna ayuda y continuamos viviendo en un hogar muy desfavorecido. Eso marcó mi esfuerzo, y el goce de consagrarme por un resultado.
   “Además, fui hija única, pero con una familia grande. Mas la mayoría se fue para Estados Unidos y eso provocó una ruptura que me afectó. Teníamos una estructura familiar muy fuerte de reunirnos los domingos, en las fiestas... Intenté reproducir eso en mis grupos laborales. Pienso que quise hacer una conversión de los momentos que me marcaron mal”.

-¿Cómo fue su entrada al mundo cultural cubano?
_Lo único que estudié fue música- clarinete-, porque en aquel momento no existían las escuelas de arte. Con 14 años empecé en un proyecto que grababa música infantil para los programas. Todos eran hombres, imagínate, la única mujer y con esa edad. Ya a los 16 comencé a trabajar junto a Zenaida Romeu.
    “A esa edad me casé por primera vez. Con la familia Romeu conocí a muchos artistas e intelectuales. Entré en un círculo familiar cultural muy fuerte, al cual desde mi familia no tenía acceso y aprendí mucho, a pesar de que considero que fue un gran error haberme casado tan jovencita, pues ese matrimonio devino después en un divorcio.
   “Más tarde volví a contraer nupcias y entré a otra familia de un amplio escenario cultural, me divorcié y me casé de nuevo con el padre de Ingrid, mi hija, y ya eso fue otra cosa. Fue un matrimonio de mucha más sostenibilidad, hasta que se fue apagando; y ahora tengo otro con el que llevo ya 20 años.
   “Yo creo que esa es en gran parte la dinámica de mi generación como mujer, esos intentos de crear una familia, donde los determinantes sociales dentro de las realidades cubanas se convierten en rupturas. Aunque las rupturas para mí no son fracasos. Creo que el círculo de la vida es un movimiento continuo que se arma y se desarma.

¿Entonces solo tuvo a Ingrid?
_Sí, solo a ella, porque en mi proyecto de vida solo había una hija. Mi madre me enseñó que es mentira que donde comen dos comen tres y me habló de lo que significaba la prosperidad aunque tuviéramos pocos recursos. Yo quise tener solo una para poder darle todo lo que yo pudiera.

-¿Cómo se organizó para llevar la familia y un trabajo tan absorbente como el suyo?
_El papá de Ingrid y mi progenitora se ocupaban mucho. Mi madre no solo fue la abuela de Ingrid sino la mamá, lo cual fue un error, claro. Cuando ella fallece ya me tuve que enfrentarme a esa otra responsabilidad, aunque el papá de Ingrid, que tenía otro tipo de trabajo,  cubrió ese espacio brillante y excepcionalmente.
   “Pero la vida siempre es de dos, y hablo de la maternidad y la paternidad. La que entregaba más ingresos era yo y por eso hubo que cambiar el movimiento tradicional de la familia, lo cual también nos afectó. Pero nos afectó solamente por el esquema tradicional de familia, no por otra cosa. Yo creo que eso puede existir y no marca nada, pero en esa época…”

-¿Qué significan en su vida programas como Hurón Azul, al aire aun después de tantos años de fundado?
_Hurón Azul nace al igual que Te lo cuentan las estrellas, en un momento difícil como fue el Periodo Especial. Lo fundamos Alexis Núñez Oliva, Jorge Cuchó, Víctor Buttari, Leticia Sánchez y yo. Aunque después han salido otros y otras que dicen que lo fundaron, pero este fue el núcleo fundador del Hurón Azul.
  “Sin embargo, desde que lo dejé en el 2002 nunca más lo he visto. No lo dejé, de hecho nunca quise dejarlo, simplemente se me fue de las manos, para decirlo de la manera más elegante y armoniosa. Siempre dije que es el hijo varón que no tuve, mi Hurón Azul, y lo extraño muchísimo, por eso no lo he podido ver nunca más”.

-¿Cómo fueron sus inicios en la dirección de documentales?
_Yo me decido a dirigir porque los directores y directoras con los que yo trabajaba me dijeron un día que si yo participaba en el montaje ideológico de los materiales no solo desde la realización de las bandas sonoras, sino desde una postura activa, ¿por qué no hacía mis propios documentales?
“Los primeros fueron culturales. Recuerdo uno que realicé sobre la presencia del tango en Cuba (Tango nuestro, 1988). Al principio todos eran acompañados. Los que llegaron después (1989) lo dirigí con Elio Ruiz, Historias para no contar (1990) con Víctor Buttari; y ya después asumí la dirección en solitario.
“El primero de todos (El orfebre, )1984) fue sobre la obra de Osvaldo Castillo, en 16 mm y fue el único que puede realizar en este formato, porque los varones que me rodeaban pusieron muchas trabas”.
¿Se topó Lizette entonces con pensamientos retrógrados que le frustraron algún proyecto?
_ ¡Uf!, y no solamente retrógrados, sino con un pensamiento más bien machista, hegemónico culturalmente y sí, recuerdo muchísimos momentos de estos, y me alegro de haberlos vivido, pero no vale la pena hablar de ellos. Como dice Buena Fe, “lo malo se bota” y queda solamente en el recuerdo de la gente.
   “Mira, al hablar de la lógica femenina siempre menciono a esas pensadoras de las que nunca se habla, porque cada vez que se hace referencia al pensamiento de vanguardia y de liberación, es masculino. Y Simone de Beauvoir dijo algo así como: “el gran problema que tenemos nosotras las mujeres, es el problema que tienen los hombres”.
   Sobre Palomas, ¿cómo surge este proyecto tan interesante?
_Palomas surge desde la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Creé un taller con artistas de todas las manifestaciones sobre género y diversidad creativa, con ese nombre. Yo lo lideraba aparte de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC y ya después como en los 2000, 2001, tenía identidad propia.
    “La filosofía del proyecto se fundamenta en una concepción biopsicosociocultural de hombres y mujeres y nuestros registros audiovisuales señalan una ruta crítica,  que expresa que la creatividad artística forma parte del universo de la creatividad humana.
 “Palomas forma parte del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), mas colaboran con nosotros diversas entidades como la Agencia Suiza, el programa Con tus propias manos, junto a la Editorial de la Mujer, la Unión de Juristas de Cuba, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y otros, dentro de la Campaña Únete y el Programa de Equidad de Género con incidencia nacional.
   “Desde hace algunos años el proyecto es una Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social solamente, ya no tratamos otro tipo de temas”.
 
- De todos los documentales que ha realizado Palomas, ¿ cuál o cuáles recuerda con más cariño?
_Yo no puedo hacer distinciones, porque cada uno ha tratado temas que han sido mostrados por primera vez en Cuba. Hablamos por primera vez de la tuberculosis como una enfermedad emergente, del SIDA, la violencia, las capacidades diferentes, la diversidad humana, de las personas heterosexuales también como diversas.
   “Ahora trabajamos en el proyecto Mi clítoris es mío. Con él retomamos la mutilación del clítoris en regiones africanas, tópico que había tratado en los 90. Esta vez lo haremos desde la perspectiva de las mujeres que simbólicamente tienen mutilado el clítoris, porque no hablamos de él, porque aún no sentimos propiedad sobre nuestro cuerpo.
   “Este proyecto todavía no tiene financiación. Estamos en espera de colaboración para llevarlo a cabo. Queremos seguir denunciando la violencia simbólica y todos los tipos de violencia, tan dañina para el bienestar de las personas”.
 - Con su estilo de vida y el proyecto Palomas promueve el buen vivir y la felicidad: ¿considera que ha sido una persona feliz, que ha logrado todo cuanto se ha propuesto en la vida?
_Yo he sido una mujer feliz, más no he logrado ni la mitad de lo que quiero, aspiro o sueño. Pero lo que he logrado, sí ha estado dentro de mi proyecto de felicidad.