A cada rato, cuando menos lo espero, entre los árboles que crecen en el patio, aparece un zunzún. Veo cómo juguetea y al menor ruido, levanta el vuelo y se pierde entre el follaje, o va en busca de otras moradas.
No es raro observarlos en La Habana. En muchas ocasiones, mientras camino por las calles del barrio, o de otros sitios de la ciudad, encuentro a estas inquietas avecillas, entre buganvilias, framboyanes o cualquier tipo de flores.
Me pregunto cómo han podido adaptarse al ruido de la urbe, si yo, desde mi condición de eterna guajira, aún no soporto el tumulto ni la algarabía.
Cuando tengo oportunidad de descubrirlos me detengo, quedo hipnotizada por su belleza. Evidentemente, aunque parezcan frágiles por su pequeño tamaño, son fuertes y tenaces porque de otra manera no pudieran adaptarse al entorno de una urbe. Empleando términos actuales, esas avecillas tienen gran capacidad de “resiliencia”. Se adecuan con facilidad a las circunstancias.
En muchas partes de Latinoamérica existe la creencia de que ver un zunzún es presagio de buena suerte, y que hasta un deseo se puede pedir en ese instante. Pero ya, el solo hecho de percibirlos en esta capital, es una suerte: simbolizan el amor, los deseos de vivir, el reto ante lo imposible.
Según se afirma en la cultura maya, estas aves fueron creadas por los dioses “a partir de una flecha de jade, a la que soplaron para dejar salir a esta hermosa criatura con la encomienda de llevar pensamientos y deseos de un lugar a otro”.
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También se dice que, si aparecen en los sueños, traen buena suerte o que cuando se acerca a una persona, “es porque necesita sanar su corazón y liberarla de la mala energía que está cargando”. Otros afirman que “toparse con ellos es un recordatorio de perseguir tus sueños y no permitir que los obstáculos te detengan”.
Puede usted creer o no en esas suposiciones. Por lo pronto, olvide por un minuto las dificultades que tenga y mire con detenimiento su entorno, busque entre los árboles o en los jardines propios o de sus vecinos, quizás lo sorprenda un zunzún, un relámpago de belleza, un detalle que de seguro ese día le va a cambiar la vida. (María de las Nieves Galá, ACN)