Historias de vida al servicio de la luz (+ Fotos)

Melissa

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ACN - Cuba
Henry Omar Pérez | Fotos del Autor
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04 Noviembre 2025

   Más allá de las estructuras caídas y los tendidos eléctricos fracturados por la fuerza indomable del huracán Melissa, en la provincia Granma se tejen historias de vida que encarnan la resiliencia, la experiencia y un profundo sentido de solidaridad.

   En medio de la adversidad que una vez más azota esta tierra, un contingente de 62 linieros provenientes de Villa Clara, bajo la experta guía de Eduardo Pérez Reyes, Director General de la Empresa Eléctrica de su provincia, despliega su pericia para devolver la luz a las comunidades afectadas.

   Esos hombres, conocidos como los "señores de la luz" por su destreza en las alturas y el manejo del alto voltaje, no son ajenos a la adversidad.

   Su presencia en territorio granmense es el resultado de una larga trayectoria forjada en el fragor de múltiples emergencias.

   Equipados con la tecnología necesaria –tres carros de servicio y una grúa– y arropados por el vital apoyo del personal médico, su labor trasciende la mera tarea técnica.

   Se trata de un compromiso humano que exige un temple inquebrantable, una cualidad forjada durante años de enfrentamiento a  los embates de más de diez ciclones tropicales.

   Esta vasta experiencia no solo les otorga las habilidades para sortear cualquier desafío técnico, sino que también nutre de una fortaleza emocional para afrontar situaciones de alto riesgo.

   Dentro de ese equipo de élite, la juventud se une a la experiencia en la figura de Alejandro Varón González. A sus jóvenes años, este ingeniero eléctrico ya acumula 11 temporadas de servicio, un testimonio de una vocación temprana y una dedicación que lo define.

   Para Alejandro, su labor va mucho más allá de la reconexión de cables, él entiende la profunda responsabilidad social que acarrea su profesión; la seguridad y el bienestar de cada miembro de su brigada son su máxima prioridad.

   Esta premisa guía su liderazgo, sobre todo en terrenos intrincados y de difícil acceso. A pesar de la severidad de la tarea, el ambiente de trabajo se impregna de una camaradería palpable y un sentido del deber que trasciende la relación laboral.

   Cada tornillo apretado, cada conexión establecida, se convierte en un latido de esperanza que resuena en las comunidades que aguardan ansiosamente el regreso de la energía.

   El tapiz de dedicación se enriquece con la figura de Yaul Roche González, un liniero con una trayectoria impresionante de 31 años en el sector, originario de Camajuaní, encarna la continuidad y el legado de una profesión.

   Su linaje constituye el reflejo de la pasión que se transmite de generación en generación: es hijo de Enrique Roche, destacado jefe de linieros en Villa Clara, y su propio hijo ha seguido los pasos familiares, al cumplir su servicio militar activo en el mismo giro.

   La experiencia acumulada se manifiesta en los desafíos superados y conocimientos adquiridos, pues formó parte de unos 17 contingentes para la recuperación eléctrica en diversos dominios y enfrentó las secuelas de ciclones tropicales, en tanto dedicó tres años de su vida a misiones internacionalistas en la República Bolivariana de Venezuela.

   A sus 51 años, su voluntad es inquebrantable, a pesar del cansancio y la rigurosidad de la rutina. "Eso es lo que toca", confiesa con una humildad que desarma, al comentar sobre la imperiosa necesidad de acudir a donde la solidaridad es requerida. "Y dar el granito solidario a otras provincias que así lo necesitan". Su compromiso no vacila, es consciente de que un pueblo entero depende de su incansable labor.

   Su fortaleza y la de tantos otros linieros como él, encuentra su raíz en su "retaguardia": su familia, la cual describe como el sostén fundamental que le permite dedicarse a una labor que implica prolongadas ausencias.

   La gratitud hacia su padre, quien lo dirigió en sus inicios, resulta palpable, una experiencia que, según sus propias palabras, lo marcó para siempre, el orgullo por su papa y su hijo, ambos pilares en su vida personal y profesional, deviene un motor que impulsa su inquebrantable dedicación.

   Mientras el sol se oculta en el horizonte de Granma, estos hombres de las alturas continúan su labor incansable. Su trabajo es mucho más que una simple restauración de un servicio; es la manifestación tangible de la solidaridad cubana, de la capacidad de resiliencia frente a la adversidad, y de un profundo amor por su profesión y por su pueblo.

   Son ellos quienes, con su coraje y su legado familiar, devuelven la luz, la esperanza y la continuidad a las comunidades que más lo necesitan.