Entre puntadas e hilos, la bandera cubana (+Fotos)

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Evelyn Corbillón Díaz| Fotos: De la autora
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01 Octubre 2015

Trabajadora de la fábrica de la Fábrica de Banderas de la Unidad de Medios de Propaganda del Comité Provincial del Partido, en Pinar del Río, comprueba las medidas de las confeccionadas en pequeño formato, el 30 de septiembre de 2015. AIN FOTO/Evelyn CORBILLÓN DÍAZ

“(…) ¿No la véis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz cuando más solitaria”.
Fragmento del poema Mi bandera, de Bonifacio Byrne, poeta cubano

Para la gran mayoría de los habitantes del planeta Tierra, la bandera de un país representa lo más genuino de su gente, cultura e identidad, en la medida en que ella es capaz de transmitir determinados sentimientos de nacionalidad y amor al suelo que los vio nacer o acogió como hijos.

Trasciende el mero concepto de “pieza de tela, normalmente rectangular que se sujeta a un asta o cuelga de una driza”, para erigirse estandarte e insignia de una ideología, latitud, credo o costumbre. 

En el caso de la enseña cubana, la de la Estrella Solitaria, constituye ejemplo inalienable del honor de la Isla en su afán por la independencia del yugo colonial que mutilaba la soberanía de todo un pueblo.

Creada por el poeta Miguel Teurbe Tolón, fue enarbolada por vez primera el 19 de mayo de 1850 en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, de la mano del general Narciso López, para desde ese instante hacerse merecedora de la lealtad de los cubanos y devenir símbolo patrio junto al Escudo de la Palma Real y el Himno de Bayamo.

A 165 años de ese acontecimiento histórico, la fábrica de banderas perteneciente a la unidad de Propaganda del Comité Provincial del Partido en Pinar del Río, asume su confección en pos de la perdurabilidad de este emblema nacional.

Llegar a la pequeña industria significa adentrarse en una actividad ignorada para muchos y ser testigos del ir y venir  entre máquinas de coser, agujas, tijeras, carretes de hilo y el silencio de sus trabajadoras, sello distintivo de un oficio de extrema concentración para todas las fases por las cuales transita la confección de una bandera.

Con una plantilla cubierta de nueve costureras, el centro pinareño burla obstáculos materiales y consolida su prestigio en Cuba, dado por la calidad y eficiencia de sus producciones desde que en 2008 surgiera la factoría de manera oficial.

“Comenzamos con una costurera en un taller encargado de labores de mantenimiento a las banderas, y hoy nos dedicamos a la elaboración de enseñas de diferente formato, así como de banderolas, gallardetes, pañoletas y cintas, entre otras piezas, además de tareas de impresión de overoles y pulóveres en un local adjunto”, explicó José Antonio Hernández, jefe de producción.

Agregó que conjuntamente con la fábrica de La Habana, donde se crean las de gran formato, existe otro taller pequeño que inicia su labor en Matanzas, y ambos tienen la misma función que el de la provincia más occidental, considerado de referencia por el Comité Central.

Tres máquinas nuevas y otras recuperadas que estaban en desuso, conforman el arsenal con que dispone el colectivo, al igual que dos equipos de costura en zigzag y uno para la doble costura.

Absortas ante la faena diaria, las trabajadoras del recinto dan fe constante del amor y el sentido de pertenencia que engalana su rutina, debido a su connotación, aunque mensualmente perciben salarios muy bajos y carecen de sistema de estimulación.

No obstante, la entidad les garantiza las condiciones básicas para el confort de quienes en 2012 alcanzaron récord productivo de 12 mil banderas cubanas y en la actualidad asumen la elaboración de unas ocho mil 350 de pequeño formato, por solo citar estos ejemplos.

Este tipo de enseñas, exige mayores esfuerzos al tratarse de una producción completamente manufacturada, incluyendo el bordado.  

Madelín Sena Pimentel, costurera y jefa de taller en funciones, aseveró que abastecen varios puntos de venta -sobre todo dirigidos al expendio a turistas extranjeros-,  situados en Las Barrigonas, Cueva del Indio, hotel Los Jazmines y la fábrica de tabaco Francisco Donatién, de la propia ciudad; pero también suministran a casi todo el país.

La demanda determina el plan de la fábrica vueltabajera en los últimos tres años,  toda vez que esta se rige por las pautas en cuanto a medidas y los requerimientos del mercado receptor (unidad de medios de propaganda a nivel nacional, que luego las distribuye a los diferentes enclaves para la comercialización), encargado de probar la calidad del producto final.

En lo que resta de este año el colectivo realizará una producción extra de 200 banderas mensuales, con otros destinos, en tanto en 2016 la cifra ascenderá a más de dos mil con dimensiones de 2 x 4 pies.

Sin dudas, elevarán su potencial productivo, avalado por el desempeño del grupo de trabajo que con el tiempo ha ganado en especialización y optimización de sus resultados.

Entre puntadas  en las entrañas de esta y otras fábricas, comienza el culto a la bandera, “en la cual resplandece una estrella, con más luz cuando más solitaria”, y alcanza su cumbre al verla ondear libre en disímiles espacios.

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