En busca de la felicidad que, ¿existe?

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Mairyn Arteaga Díaz
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18 Marzo 2015

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En el año 2012, la Organización de Naciones Unidas, por iniciativa del Reino de Bután, instituyó el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, una jornada en la que se promueve la convivencia intercultural y se lucha por erradicar muchos de los males que aquejan al orbe.
 Al final de este comentario, si usted no es feliz, al menos estará absorto en meditaciones sobre este sentimiento.
  Según afirman varios medios de prensa, el monje budista Matthieu Ricard se considera como el hombre más dichoso del mundo.
  Sin bienes materiales, amor de pareja ni actividad sexual desde los 30 años, los científicos así lo catalogan pues en su cerebro proliferan actividades asociadas al bienestar y las emociones positivas.
  Para Ricard, la felicidad se encuentra en la individualidad de la gente, se alcanza mediante el encuentro con el mundo interior de cada quien; y puede que tenga razón.
  Pero, ¿existe realmente un único esquema de felicidad?, ¿Se llega a él tan solo a través de un plan bien trazado?
  FELICIDAD. Del latín felicitas, a su vez de felix, “fértil”, “fecundo”; se define como un estado emocional producido cuando el individuo cree que alcanzó una meta deseada.
  Resulta, ante todo, un elemento subjetivo y depende de los conocimientos, preceptos y criterios de los seres que la perciben, o no; porque, como se dice a menudo, cada quien es feliz a su manera.
  La felicidad no deviene una frivolidad ni un lujo. Es un anhelo profundamente arraigado y compartido por todos los miembros de la familia humana. No se le debe negar a nadie, y debe estar al alcance de todos, expresó Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU durante la declaración de la fecha.
  Quizás, usted que lee, no tuviera la más mínima idea de lo planteado anteriormente, sin embargo, vale la pena detenerse a pensar qué  realmente necesitan los humanos para experimentar sensaciones de dicha y placer.
  ¿Basta con el supuesto modelo imperante en el mundo actual en el que el consumo da la medida de la alegría? ¿Es usted más feliz por vestir mejor o tomar una determinada bebida? ¿Se alcanza la plenitud a través de la meditación y las prácticas espirituales?
  Para alguien la felicidad radica en un buen libro y una taza de café; está el que alega sentirse bien con casa, comida y amor; algunos se inclinan hacia el dinero; y otros, hacia la paz consigo mismo.
  ¿Cuál de tales opciones constituye la correcta? Tal vez, todas, o tal vez su combinación con otras no mencionadas o tal vez, ninguna de ellas.
  Puede que Matthieu Ricard tuviera razón y su senda sea la más indicada; aunque su camino encierra cierto extremismo, un ingrediente, que, utilizado en cualquier caso,  jamás llevaría a la plenitud.
  La felicidad se erige, desde siempre, como un enigma para los habitantes de este planeta; encontrarla, constituye el desvelo de muchos, pero, tampoco resulta imposible.
  La receta no existe, no es posible preconcebirla, solo usted puede decidir cómo y cuándo ser feliz; no es una jerga barata para llenar cuartillas: no deje que nadie le imponga un cliché de dicha, constrúyase el suyo, y no tendrá que llegar al final de esta historia.