De cara a las pesas, la afición de Chiqui

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Anabel Rojo Gessa
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02 Junio 2015

 

  inalvis_ramirez.jpgCuando transcurran los años y se deba narrar la historia del levantamiento de pesas, junto a las figuras que han prestigiado su arbitraje en Cuba, será necesario mencionar a Inalvis Ramírez Gamboa, o Chiqui, como también le llaman sus conocidos.
   Esta guantanamera, radicada en el municipio capitalino de Guanabacoa desde los 11 años, constituye la primera mujer en la Isla reconocida como árbitro internacional de esta disciplina deportiva, y conversó con la AIN sobre sus resultados laborales, aspiraciones y grandes satisfacciones.
 ¿Cómo llegas al camino de la halterofilia?
 Llegué a las pesas mientras cursaba Cultura Física en la Universidad y con la motivación del Doctor en Ciencias Carlos Cuervo, me interesé por esta práctica, aunque fue una época en la que cualquier deporte me llamaba la atención. Para entonces, yo medía 1,45 cm pesaba casi 44 kilogramos y me preparé mucho tiempo para integrar esta división, porque la constitución física la tenía.
  No me desvinculé del entrenamiento, aunque reinaba por entonces un tabú social y el deporte no era bien visto para las féminas y por tanto no se hacían competencias nacionales donde se incluyeran a las mujeres.
 Nunca entendí los prejuicios para la halterofilia con las damas, porque no hay atleta de deporte alguno que no levante pesas en su preparación. Hasta las hembritas de nado sincronizado lo hacen; las de gimnasia rítmica y artística…
 Al concluir los estudios superiores en el 1994, comencé a trabajar como profesora de Educación Física en varios centros docentes, y es un momento que recuerdo con mucho cariño, porque todavía me encuentro estudiantes en la calle que me vocean de una acera a otra: ¡Adiós, profe Chiqui!
 Luego, me incorporé a trabajar a la Dirección del INDER en mi municipio, y allí continúo, ahora como metodóloga de Actos Masivos.
 ¿Cuándo decidiste en el orden personal dejar de ser atleta para ser árbitro?
 Creo que fue al no tener la oportunidad de convertirme en miembro de la selección, y eso me llevó hasta la línea de jueces. Fue en el 2000 que me hice árbitro nacional y hace casi tres años me incluyeron en los eventos internacionales.
 Siento orgullo de lo que hasta ahora he logrado: convertirme en árbitro internacional, ha sido un privilegio, me ha dado la oportunidad de evaluar y comparar la rigurosidad con la que se entrena esta disciplina fuera de la Isla y aprender también de otros que practican este oficio.
 Casi siempre participo en los Torneos Internacionales “Manuel Suárez In Memorian”, así como las Olimpiadas del Deporte Cubano, estos han sido los mayores espacios con posibilidad de ejercerme como juez.
 Como arbitrante, la preparación física no es muy exigente; pero si posees el antecedente de la práctica es mucho mejor. Debes enfocarte en los errores técnicos de cada una de las dos modalidades: arranque y envión, y conocer al detalle las reglas; necesitas un dominio certero de lo reglamentado.
 Otras experiencias satisfactorias
 Fui entrenadora de pesas en el evento Nacional de Discapacitados desde el 2000 hasta el 2003, y también asesoré a débiles visuales en eventos deportivos de Béisbol para Ciegos.
 Estuve a su vez dos años cumpliendo misión en Venezuela, con Barrio Adentro Deportivo y fue una época de mucho trabajo comunitario con el desarrollo de actividades físicas y recreativas, círculos de abuelos, tablas gimnásticas para adultos y niños, y sinceramente fueron jornadas de trabajo intenso, pero muy reconfortante para el cuerpo y el alma.
 Aspiraciones para la vida y tu carrera
 Tengo una hija, que mi sueño es verla feliz, en la profesión que escoja y desde el punto de vista laboral mis mayores aspiraciones están en sumar mujeres a la halterofilia cubana, pero también a su arbitraje.
 Por esa razón aconsejo a las deportistas e iniciadoras que indaguen por el levantamiento de pesas, las ventajas físicas que deja en los cuerpos de las féminas, por el contrario de lo que se especula.
 Cuando veo a las más jóvenes compitiendo, me da un sentimiento de alegría, mezclada con nostalgia, que quisiera que ese fuera el sentir de cualquier cubano para con su trabajo, o con una disciplina deportiva.