El llanto del pequeño aquel cuatro de agosto de 1839, ante la tierna mirada de la madre Lucía, anunciaba la llegada de quien se convertiría años después en uno de los más insignes luchadores cubanos contra el colonialismo español en el siglo XIX.
Coincidentemente, el tránsito por una de las céntricas calles de Holguín de la banda de música del Ejército peninsular, presagiaba la relación que le aguardaba a aquel infante con el mundo de las armas y las luchas emancipadoras.
Doña Lucía Íñiguez Landín traía al mundo a Calixto García, nacido en la casa marcada hoy con el número 147, en la esquina de las calles Frexes y Miró, en la ciudad de Holguín.
Su periplo por la región oriental lo llevó hasta Bayamo, donde fue empleado en una tienda de ropas y luego a Trinidad, de donde regresó a su terruño.
Con 29 años de edad, el joven Calixto se incorporó inmediatamente al llamado de Céspedes de aquel 10 de octubre de 1868, donde las exigencias de las contiendas libertadoras condicionaron su sólida formación militar.
En esa fecha, Calixto se encontraba en Holguín y rápidamente se trasladó a Jiguaní para, con numerosos seguidores, secundar el levantamiento armado.
Sus muestras de valentía, disciplina y alto sentido de la responsabilidad fueron sembrando respeto entre la tropa, incluido los oficiales. Por ello, en 1869 fue ascendido a General de Brigada y tres años más tarde a Mayor General.
Protagonizó múltiples combates y sobresalió por una sólida formación militar, adquirida de forma autodidacta. El amplio dominio de la balística de la época le permitió convertirse en el primer jefe mambí en utilizar la artillería, contribuyendo así al desarrollo del arte militar cubano.
Tal hecho ocurrió en el combate de Loma de Hierro, sitio cercano a la urbe donde había nacido años antes, justo al compás de la marcha interpretada por una banda del ejército español de paso por la casa de la familia García-Iñiguez.
El cinco de octubre de 1874, encontrándose cercado por el enemigo en San Antonio de Bagá y ante la imposibilidad de victoria o escapatoria alguna, se disparó bajo la barbilla, pero la bala abandonó su anatomía por la frente impidiendo su deceso.
Su vida continuó y las jornadas de lucha prosiguieron luego en la Guerra Chiquita y en la del '95, siempre como protagonista y respetado hasta por el adversario.
Calixto García se opuso con toda su energía al Pacto del Zanjón hasta reiniciar la lucha, a la cual se sumó nuevamente en mayo de 1880, fracasada la paz por las condiciones que proponía el alto mando militar de la metrópoli en la Isla.
La participación de sus tropas en Santiago de Cuba fue decisiva para el desenlace de la guerra hispano-cubano-norteamericana.
Luego de la rendición de Santiago mantuvo la firmeza ante la arrogancia de los jefes militares yanquis, quienes no permitieron la entrada del Ejército Libertador a la rendida capital de Oriente.
Del insigne patriota, el General de Ejército y actual presidente cubano Raúl Castro, expresó: "Calixto García fue un ferviente convencido del valor y la trascendencia del ideal que defendía y de dos de sus más valiosas cualidades: el patriotismo inclaudicable y la voluntad a toda prueba".
Leonardo Pupo Pupo | Foto de Archivo
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03 Agosto 2015
03 Agosto 2015
hace 9 años