Bayamo, 21 jun (ACN) A juicio del activo historiador Aldo Daniel Naranjo, la vida económica de Cuba no puede contarse sin la presencia del arriero y su arria, nervios esenciales para el trasiego de mercancías, no solamente en las montañas, sino en los llanos del país.
Con el paso del tiempo, dijo, ellos se han convertido en elemento clave del desarrollo económico de cualquier región, y mucho más ahora, frente a las carencias de combustibles y medios de transporte automotor.
Sin embargo, su significación trasciende el ámbito meramente laboral, porque aquellos que practican el singular oficio ya supieron ganarse la condición de verdaderos símbolos de tradición y cultura campesinas, subrayó.
Entre otros elementos identitarios, Naranjo destacó la costumbre de adornar las arrias, y su marcha al paso del mulo guía, el cual porta un cencerro, cuyo particular sonido es rasgo distintivo y también anuncio de la inminente llegada del hombre y sus bestias.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término arriero define a la persona que se dedica al transporte de mercancías con animales de carga; mientras su origen etimológico está asociado al verbo arrear: estimular a la bestia para que eche a andar, siga caminando o avive el paso.
En otras partes del mundo también es conocido como mulero, acemilero o carretero; al tiempo que la historia sitúa el origen del gremio arrieril en la península ibérica, desde donde fue introducido al continente americano por los colonizadores españoles.
Por su importancia socio-económica y cultural, relación indisoluble y trascendencia para la vida en las zonas rurales de Cuba, y particularmente en las montañas de la Sierra Maestra, el Centro Provincial de Patrimonio de Granma creó desde 2003 un evento anual que enaltece el quehacer de este típico personaje.
Con espacios teóricos, actividades culturales, demostraciones prácticas de habilidades, ferias de artesanías y otras acciones para el disfrute de participantes y público en general, el Encuentro de Arrieros y Fabulaciones Serranas, con sede en el municipio de Buey Arriba, celebra la cubanía y las más genuinas tradiciones del lomerío oriental, y contribuye a preservar el patrimonio inmaterial de la nación.