Última actualización: 16 Diciembre 2024
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Cienfuegos, 16 dic (ACN) A sus 91 años Fabiola García Vega sigue siendo la maestra con tantas décadas de magisterio puro, por aquellos barrios rurales del municipio de Rodas, en la actual provincia de Cienfuegos.
Muchos de los miles de estudiantes que enseñó a leer y a escribir, ahora retornan con sus nietos en busca de ayuda para realizar las tareas escolares al regazo formador de la nonagenaria educadora.
En declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias Fabiola contó que aún sus antiguos alumnos le saludan de “Buenos días mi maestra” como si fueran a entrar al aula, un recuerdo que la persigue día tras día.
Con gran desenfado, humor y vitalidad la nonagenaria relató sus avatares para lograr su sueño de hacerse maestra, en esos años 40 y 50 de la República, porque no resultaba fácil para una familia muy pobre y numerosa de hasta cinco hijos, asumir y hacer realidad los deseos de sus vástagos.
“Mi padre laboraba durante la zafra en un central, pero en el llamado tiempo muerto se ganaba unos kilitos como zapatero remendón, y esos recursos eran para alimentar a la prole, o cuando más adquirir un par de zapatos para el hijo más necesitado.
“Costear los gastos de ropa, zapatos y material para hacer los estudios de la enseñanza general era complejo o imposible, y ni qué decir de la formación en la escuela Normal de Santa Clara, donde se graduaban los maestros de la región central.
“No obstante, tuve mucha suerte de que personas nobles me tendieran la mano: una vecina compró tela para hacerme uniforme y poder asistir a la escuelita del barrio, y cuando terminé el sexto grado pude continuar estudios en Cienfuegos, sorteando las dificultades del viaje con el pago del pasaje, pues un chófer me dejaba subir gratis y esas monedas las guardaba para cuando estaba el otro conductor que sí exigía el cobro.
“Pude hacer una preparatoria para los exámenes eliminatorios a fin de acceder a la Escuela Normal, ello con la ayuda de Candita Ramírez, una amiga de la familia, quien me llevó a residir en su casa en Cienfuegos.
“Aunque aprobé, el número en el escalafón no me permitió entrar, y regresé a casa llorando, y me quedé enseñando gratis a algunos muchachos del vecindario.
“Insistí nuevamente, a principio de la década del 50, hasta que con el puesto 11 pude entrar a la escuela, apoyada por el financiamiento de los militantes del Partido Comunista que se reunían en mi casa.
“Logré hacerme maestra en 1955, pero de regresó a Rodas, no había donde trabajar y debía esperar para cubrir la ausencia de alguien, porque imagínate, en aquellos tiempos había niños sin escuela y maestros sin aulas, esa era la situación en Cuba en esos años 50.
“Luego comienzo en aulas rurales de Rodas, por eso a veces andaba a caballo, otras en una bicicleta, en el tren y me esperaban a caballo en el apeadero.
“Tuve aula fija en 1957 en un lugar llamado El Palmar de Soledad, bien intrincado, sin caminos prácticamente, por eso debía quedarme la semana entera en casa de los campesinos, y me llevaba a mi primera hija a quien amamantaba en ese entonces”.
Al triunfo de la Revolución, Fabiola fue nombrada inspectora rural en Educación, y formó parte de las labores organizativas de la Campaña de Alfabetización, para más tarde asumir como directora de escuela primaria y directora municipal.
Entre los 100 mejores educadores del país en 1976 estaba Fabiola, y en ese etapa recibió la medalla 25 años de servicio en Educación
Por necesidad del Comité Municipal del Partido, Fabiola ocupó la dirección del Consejo Electoral Municipal en 1976, en que se efectuaba un gran proceso electoral en el país, donde esta mujer destacó por su capacidad de organización.
Debido a afectaciones en las cuerdas vocales Fabiola no pudo volver a estar frente a un aula, lo cual constituyó un golpe duro para ella quien había derrochado esfuerzo en estudiar y convertirse en maestra.
Se dedicó entonces al mejoramiento de su pueblo y a crear las 10 instituciones culturales básicas de su municipio, así fomentó la biblioteca, la casa de cultura, el museo, entre otros.
De su padre poeta le llega a Fabiola el arte de la poesía, además de escribir crónicas y testimonios, con los cuales participa en peñas y eventos literarios de la ciudad .
Miembro de la Sociedad José Martí y de la Unión de Historiadores de Cuba, dentro del maderamen de esta menuda mujer pervive el amor por el saber, y por enseñar al prójimo.