Nueva Gerona, 14 jun (ACN) Olbia Oliva Ojeda, ejemplo de consagración, es natural de Santiago de Cuba, echó raíces en Isla de la Juventud, donde, a pesar de que su infancia estuvo marcada por el sueño de ser educadora en círculos infantiles, su destino tomó un rumbo inesperado hacia la enfermería.
No había antecedentes familiares en el sector salud, pero al finalizar la enseñanza preuniversitaria, se inauguró el Instituto Politécnico de Enfermería en este territorio y con esa mezcla de entusiasmo y osadía propia de la juventud, un grupo de compañeras y yo decidimos presentarnos a las pruebas de aptitud, recordó animada.
Refirió que una vez aprobadas, comenzaron sus estudios de Enfermería tras culminar el 12º grado.
Ese fue el gran camino de mi vida, expresó con orgullo Olbia, con una trayectoria de 40 años, Máster en Urgencias Médicas y Especialista de Primer Grado en Enfermería Intensivista.
A lo largo de su carrera, Olbia ha rotado por diversas especialidades clínicas, pero ha encontrado su mayor vocación en las urgencias médicas y los cuidados intensivos.
Estas especialidades no solo requieren nervios de acero y actuaciones rápidas, sino también habilidades y conocimientos sólidos. En muchas ocasiones, esas decisiones marcan la diferencia entre la vida y la muerte, señaló.
En su hoja de servicios figuran misiones internacionalistas en la isla caribeña de Granada y en Mauritania, donde tuvo que adaptarse a culturas y protocolos médicos diferentes.
Trabajar en Urgencias Médicas y Cuidados Intensivos es enfrentarse cada día sin descanso a la muerte, pero la satisfacción que se siente cuando se logra salvar la vida a un paciente es indescriptible. Sin embargo, en momentos en que el deceso es inevitable, especialmente de un joven o niño, la experiencia es profundamente traumática, confesó.
Olbia enfatizó que la enfermería es una profesión de constante aprendizaje. “La ciencia avanza y las técnicas se perfeccionan, pero más allá de las habilidades técnicas, hay valores inherentes al oficio que son imprescindibles como la sensibilidad, empatía, comunicación afectiva con los pacientes y sus familias, y ética médica en cada acción, destacó.
Por sus méritos, Olbia se desempeña actualmente como jefa de Enfermería en la Dirección Municipal de Salud Pública en Isla de la Juventud y también imparte docencia en la Facultad de Ciencias Médicas del municipio especial.
Ser enfermero es un sacerdocio, una entrega absoluta y un sacrificio constante. Estos son los valores que insisto en transmitir a los estudiantes de Enfermería y en particular a quienes se inician en el camino de esta noble profesión, concluyó.