Varadero, Matanzas, 16 abr (ACN) Para Amado Acosta, subdirector general del hotel Meliá Internacional Varadero, la actual ocupación que supera el 80 por ciento constituye una muestra de credibilidad hacia la instalación y reafirma que su capital humano apuesta por un turismo sano y seguro.
La instalación hotelera, que abrió sus puertas en el año 2019 y fue de las pocas que no cerró durante la pandemia global de COVID-19, presume siempre altos niveles de ocupación, a pesar de los tiempos difíciles, crisis económica y las constantes campañas difamatorias contra la gestión turística de la mayor de las Antillas.
Acosta explicó en declaraciones exclusivas a la Agencia Cubana de Noticias que la profesionalidad, amabilidad y gentileza del personal que labora en el hotel le imprime el prestigio que exhibe entre los clientes foráneos o nacionales, y añadió que el principal éxito radica en que lograron capacitar y preparar a los trabajadores con la disciplina y el convencimiento de un turismo limpio, profesional y de mucha seguridad.
Este es un hotel emblemático, se conoce en todo el mundo y mes tras mes llegan los repitentes; no estamos ajenos a las campañas enemigas que existen para desacreditarnos, también vienen algunos tratando de tergiversar la situación, los problemas reales que tenemos; pero se explica, se conversa con los trabajadores, y hasta ahora estamos satisfechos con la operación del hotel, comentó el directivo.
Propiedad del grupo hotelero Gran Caribe y operado por la cadena Meliá Hotels International, la instalación se distingue también por el manejo medioambiental, desde que estaba en proyecto de ejecución fue finalista en un concurso de hoteles sostenibles, y se caracteriza por implementar prácticas eco-amigables en su operación, como la gestión de residuos y eficiencia energética.
Con más de 940 habitaciones, categoría cinco estrellas de lujo, el Meliá Internacional Varadero, situado en la primera línea de playa, conserva elementos en su arquitectura que rinden tributo al icónico antecesor que convivió en la península de Hicacos por más de 50 años, como las amplias columnas y los espacios abiertos con excelentes vistas al mar.
Como valor agregado posee, en una de las azoteas, poco más de una hectárea de tierra donde se cultivan vegetales y plantas aromáticas que utilizan en la gastronomía y en los bares de la instalación para la preparación de tragos, con la asesoría de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, experta en la agroecología.
Los trabajadores participan en las cosechas y atenciones culturales a las plantas como cambio de labor, y los clientes, una vez por semana, pueden acudir al distintivo sitio y hasta elegir que ensalada prefieren comer.
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