Si mi memoria no me falla, la calidad del pan es tan vieja y tan mala como el propio pan. Cuando comparto esta afirmación con colegas, familiares o amigos causa risa y por qué no, hasta en ocasiones motivo de chistes, pero con el deseo de seguir adelante en la lucha por conseguir lo que todos queremos, que aparezca la esperada calidad.
Claro, recordemos que el cubano se ríe de sus problemas e incluso en situaciones complicadas, eso me consta. Nada, un mecanismo de autodefensa que no es tan malo como parece y hasta nos ha “ayudado” a resolver algunos problemas, salir de situaciones difíciles o a hacer menos complicada o dolorosa las cosas malas.
Recuerdo que entre los temas planteados con fuerza en reuniones desde la creación del Poder Popular, en el ya lejano 1976, en Matanzas, fue la calidad del pan.
Con sus altas y bajas, pero presente para el dolor y hasta la desgracia de todos, eso se mantiene, ahora agravado por la subida de los precios, lo que, con toda la razón del mundo, se ha multiplicado y hasta el popular humorista Pánfilo, le ha sacado lascas al tema en su gustado programa Vivir del cuento.
No me quedan dudas de que la batalla por resolver ese problema a todos los niveles también suma años, pero por una causa u otra sigue el pesado lastre. La calidad de la harina, la falta de grasa –no siempre por carencia- y la falta de exigencia y control han sido algunas de las respuestas.
En medio del reordenamiento económico, con la unificación monetaria, el aumento de los salarios y de los precios, el pan sale y con fuerza, ya que calidad y precio tienen que ser hermanos gemelos.
Para nadie constituye un secreto que el principal foco de atención en ese sentido, en honor a la verdad, es el pan normado –el que se vende por la canasta familiar-, pues de cinco centavos subió a un peso y la vida sigue igual, y por qué no, en las panaderías que los elaboran y venden liberado, a lo que se suman las denominadas paneras particulares.
Ante esta situación, quienes desde hace algún tiempo habían desistido de comprarlo en las bodegas y lo hacían en las panaderías que ofertan por la libre, retornaron a las bodegas, para evitar las actuales y largas colas de horas y de todos los días.
Recuerdo que hace un tiempo, fundamentalmente antes de la COVID-19, en las paneras no estatales se vendía un pan bastante bueno -10 unidades a 25 pesos-. Actualmente se expende la misma cantidad, pero a 30, y con la misma o parecida calidad al del normado (uno por persona).
Para nadie es un secreto que esos panes son para el mismo día, ya que al siguiente…, o si no, pregúntenle a Pánfilo, que como buen humorista dice las cosas para hacer reír, pero verdaderamente son verdades que hacen sufrir y hasta llorar.
Lo cierto es que lamentablemente en estos momentos difíciles se han resuelto problemas de hace años, algo bueno por decirlo a la manera de Pánfilo o el cubano jaranero que le saca lasca a todo, de lo bueno y lo malo, pero ya es hora de una vez y por todas, ¿no lo creen? El pueblo lo exige y merece respeto.
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Los lagos de Canadá y USA lo otro es ROBO
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