El trabajo es una de las fuentes de riquezas para el desarrollo de cualquier sociedad, y en la cubana es un derecho y deber establecido, que garantiza a cada ciudadano la posibilidad de dar su aporte en cualquier esfera.
Era el siete de diciembre de 1989, hace ya 30 años, y el pueblo cubano rememoraba el aniversario 93 de la caída en combate de Antonio Maceo y de su ayudante Panchito Gómez Toro, pero en esa ocasión el homenaje a nuestros próceres independentistas, también se extendería a honrar a los cubanos contemporáneos caídos en las gestas internacionalistas en otras tierras del mundo.
Considerado el corazón del Centro Histórico de la ciudad de Camagüey, el emblemático Parque Agramonte deviene hasta la actualidad escenario de algunos de los sucesos políticos, culturales y sociales más relevantes de la urbe a lo largo de sus más de cinco siglos de fundada.
Cuando en noviembre de 2018, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, anunció la salida de los galenos cubanos del programa Más Médicos, voces en protesta se escucharon en esa y otras naciones del continente, por considerar el hecho una barbarie contra la población desposeída y marginada de ese país, que en su mayoría anteriormente carecía de asistencia médica por vivir en zonas intrincadas y, en el peor de los casos, no tener dinero para pagar las consultas.
La precaria asistencia hospitalaria, el predominio de la medicina privada y de la pobreza generalizada eran el denominador común de los servicios de salud en Cuba durante la etapa neocolonial, cuando regían gobiernos de turno, lacayos de los intereses de Estados Unidos.
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