¿A quiénes beneficia el bloqueo de EEUU contra Cuba? (+Infografías)

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La Habana, 16 oct (ACN) A casi 60 años de que comenzara a aplicarse, el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos de América contra Cuba, se ha recrudecido.

En la actualidad, siete de cada 10 cubanos han nacido y crecido bajo esta política, cuyo impacto se extiende a todos los sectores de la vida económica y social de la Isla, e ineludiblemente al día a día de la población.

La minuciosidad de Washington ha llegado al punto de prohibir el acceso a sus ciudadanos de productos y servicios cubanos muy demandados en el mundo por su calidad. Al mismo tiempo, con las restricciones impuestas a los viajes hacia la Mayor de las Antillas, los estadounidenses pasaron de mostrar sus fotos por las calles de La Habana a tener que guardar los comprobantes de los refrescos que consuman en la Isla ante el peligro de incurrir en una violación.
Por su marcado carácter extraterritorial, respaldado por las leyes Helms-Burton y Torricelli, el bloqueo representa también una piedra en el zapato para el desarrollo del comercio de terceros países que deseen hacer negocios con Cuba.
A pesar del alto costo humano y económico, el bloqueo ha demostrado ser una política inefectiva y anacrónica. No solo por el sencillo hecho de que la Revolución Cubana existe y se perfecciona, sino por el creciente rechazo internacional e incluso desde las propias estructuras gubernamentales y políticas de Estados Unidos.

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¿Por qué mantenerlo? ¿A quiénes beneficia? El bloqueo se convierte en un instrumento para los cabildeos en Washington porque se aviene con la agenda de los partidarios de la línea dura contra Cuba, entre quienes destaca el senador republicano Marco Rubio, reconocido por diversas fuentes como el artífice de las políticas del gobierno de Trump contra la Isla.
De atacarlo personalmente durante los debates en la carrera por el Despacho Oval a pasar a abrazarlo y posar juntos ante las cámaras, Trump ha preferido escuchar a Rubio, en busca de otros acuerdos que le beneficien, vinculados a la posición del legislador en el Comité de Inteligencia del Senado y sus contactos para presionar a políticos y lograr el apoyo para pasar leyes en las dos cámaras congrecionales.
Rubio es el rostro de un segmento de la emigración cubanoamericana anquilosada, que ha visto cómo en los últimos años ha perdido importancia en las presidenciales y la mayoría no ha viajado nunca a Cuba o no lo hace desde hace más de 50 años.
El bloqueo les queda como uno de los últimos reductos para justificar, anualmente, los más de 20 millones de dólares provenientes del presupuesto federal para “promover la democracia” y otros fondos- que en ocasiones duplican la cifra oficial--destinados a transmisiones radiotelevisivas en labores de penetración y actividad subversiva.
Cuando se acercan las elecciones de medio término en noviembre, el mito del voto cubano en La Florida se vuelve a esgrimir por los asesores republicanos, cual justificación de adoptar una política más dura para alcanzar la victoria.

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Ello explica por qué el representante Ron DeSantis, candidato republicano a gobernador de la Florida, prometió arreciar las medidas contra Cuba ante un auditorio compuesto mayoritariamente por votantes de origen cubano, muchos de ellos testaferros y torturadores del dictador Fulgencio Batista.
Sin embargo, los números recientes apuntan en dirección contraria.
En las presidenciales de 2016, Hillary Clinton sacó el doble de votos de Trump en Miami Dade, donde existe la mayor concentración de cubanoamericanos. Allí Marco Rubio también perdió frente a Patrick Murphy en la carrera electoral por un puesto en el Senado. De hecho, en las tres ciudades donde viven mayor cantidad de cubanoamericanos ganó Hillary Clinton.
Detrás del retorno a políticas de la Guerra Fría están también figuras como el oscuro John Bolton, nombrado por Trump como Consejero de Seguridad Nacional. Se trata de un reacio defensor del unilateralismo hegemónico de Estados Unidos que estuvo envuelto en un escándalo en 2002 cuando aseguró, sin pruebas ni fundamentos, que Cuba contaba con un programa de armas biológicas.

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Otro de los ideólogos y ejecutores del estancamiento en la normalización de relaciones entre Washington y La Habana, es Mike Pompeo, exdirector de la CIA y actual Secretario de Estado de Trump.
Ha sido el director de la puesta en escena de la falacia de los incidentes sónicos que reportaron diplomáticos estadounidenses en Cuba, buena parte de los cuales son funcionarios de inteligencia.
Así muestra apoyo a su amigo Marco Rubio, a quien ya en 2015, cuando era representante por Kansas, le acompañó en el proyecto de ley impulsado por Rubio, Cuban Military Transparency Act, para impedir cualquier transacción financiera con empresas gestionadas por los militares cubanos.
Ni los derechos humanos del pueblo cubano, ni los intereses de amplios sectores de los ciudadanos norteamericanos, ni las normas del derecho internacional son favorecidos con el bloqueo, como aluden sus defensores.

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Los verdaderos beneficiados son un ínfimo grupo que tras bambalinas sostienen una política que a pesar de su anacronismo ha alcanzado el triste récord de ser el sistema de sanciones unilaterales más injusto, severo y prolongado que se ha aplicado contra país alguno.

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