La tercera forma no personal del verbo es el infinitivo, que es un sustantivo verbal. Puede desempeñar en la oración todos los oficios que corresponden al sustantivo; más no por ello deja de tener cualidades y empleos propios del verbo, con la única restricción de no poder expresar por sí mismo tiempos y personas.
Puede convertirse en un sustantivo de modo permanente, como las palabras poder, pesar o deber –con sus respectivos plurales– que fueron antiguos infinitivos. Abordemos algunos usos.
Todos los infinitivos españoles pueden llevar artículo, demostrativos, posesivos e indefinidos masculinos: el dormir / un suponer / este crear / mi parecer / otro cantar.
Conciertan con adjetivos masculinos: un buen almorzar / un hermoso amanecer / un riguroso resistir.
Otro carácter sustantivo es cuando se construye a menudo con preposiciones para expresar sus relaciones con los demás elementos de la oración de que forman parte: difícil de decir / apto para manejar / van a cobrar / la oficina sin barrer / se esfuerza por entender.
Sin perder ninguno de sus caracteres sustantivos, los infinitivos mantienen las siguientes cualidades verbales: ser pasivos, es decir, la forma pasiva (verbo y participio): Ellos aspiran a ser contratados. / Se ufanaba de ser considerado.
Sin embargo, sin el verbo auxiliar ser tienen sentido pasivo: digno de alabar (digno de ser alabado) / río fácil de cruzar (río fácil de ser cruzado).
La forma simple expresa la acción imperfecta: estudiar / salir.
En tanto la forma compuesta es perfectiva: haber estudiado / haber salido.
Admiten además pronombres enclíticos: He venido a despedirme. / El decirlo usted me agrada mucho.
Al ser sustantivados admiten, sin embargo, la construcción verbal con adverbios: Me cansa ese quejarse continuamente. / Ayudó a levantarme también.
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